Maestro de los Privilegios / Primera mitad del siglo XIV / Temple sobre tabla / 221 x 257 cm.
Museo Diocesano / Catedral de Palma / Mallorca / Islas Baleares / Illes Balears
La sangre de los mártires
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Hasta las persecuciones de Decio en el 250 d.C. no pueden datarse los primeros testimonios de la presencia cristiana, entonces referidos a las comunidades de Astorga, León y Mérida.
Siendo Emiliano y Baso cónsules, el 17 de las calendas de febrero, domingo, fueron detenidos el obispo Fructuoso y los diáconos Augurio y Eulogio. Fructuoso estaba en su cuarto cuando se acercaron a su casa los beneficiarios Aurelio, Festucio, Elio, Polencio, Donato y Máximo. Al oír el ruido de sus pasos, se levantó enseguida y salió a su encuentro.... Pasaron sus días en la cárcel. El 12 de las calendas de febrero, viernes, los llevaron al tribunal y los interrogaron... El presidente Emiliano dijo al obispo Fructuoso: ¿Has oído lo que han mandado los emperadores? El obispo Fructuoso dijo: No sé lo que han mandado. Pero yo soy cristiano. El presidente Emiliano dijo: Han mandado dar culto a los dioses. El obispo Fructuoso dijo: Yo doy culto a un solo Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto en ellos hay... Cuando llevaban al anfiteatro al obispo Fructuoso y a sus diáconos, empezó el pueblo a condolerse con él, porque se había hecho querer no sólo de los hermanos sino de los paganos también.
Acta Martyrum / San Fructuoso / Capítulo I
Cincuenta años después, las campañas de Diocleciano contra las gentes del Evangelio inspirarían en Hispania una de las leyendas más poéticas de los primeros tiempos del cristianismo: la nieve cubriendo pudorosamente el desnudo y torturado cuerpo de Santa Eulalia en el foro de Mérida.
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ACTAS DEL MARTIRIO DE SANTA EULALIA / PASIÓN DE LA SANTA Y BEATÍSIMA EULALIA, VIRGEN Y MÁRTIR DE CRISTO, QUE SUFRIÓ MARTIRIO EN LA CIUDAD DE MÉRIDA, BAJO EL MANDATO DE CALPURNIANO, EL DÍA CUARTO DE LOS IDUS DE DICIEMBRE
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1.- Innumerables son las personas e infinita la multitud, que se enfrentaron a la más cruda muerte, en defensa del nombre de Cristo, con ánimo firme, decididos a alcanzar la vida eterna. Entre ellos la dichosa mártir Eulalia, confiando en que Cristo le concedería el éxito de la victoria, enfrentándose segura a la cima de su triunfo mediante el combate del martirio, mereció lograr digna palma. Ella, tentada con halagos y nunca seducida con razones, pisoteó la cabeza del viejo enemigo y sus falacias con muerte gloriosa.
Pues ella fue virgen felicísima, una joven piadosa, temerosa de Dios y preparada para el matrimonio, a la edad de unos trece años, casta en su mente y cuerpo, sincera en su fe, firme en su castidad; tenía como maestro a Donato, cierto presbítero, que le enseñaba desde sus más tierna infancia que se debe dar testimonio de Cristo antes que negarlo y confesar con toda el alma la indivisa Trinidad de Dios. Ninguna otra humana cosa distraía su ánimo, sino que servía al Señor Todopoderoso con la perseverancia de su esforzado corazón, ya que estaba enteramente unida a Dios con devoción plena. Durante el periodo de su adolescencia, bastante más firme en la práctica de sus creencias que con la fe adquirida por santa devoción, se mantenía con ánimo inquebrantable; había, pues, dedicado su alma a Dios e intentaba ofrecerla por Cristo, de quien esperaba recibir gozosa la palma del anhelado martirio. El nombre de su padre era Liberio. Ese era el padre de santa Eulalia.
2.- Habiéndose, pues, decretado una persecución contra los cristianos por parte del crudelísimo Calpurniano, y acercándose el día del martirio, casualmente la beatísima Eulalia, ciudadana y avecindada en la Provincia de Lusitania, se encontraba más allá de Mérida, en una villa de nombre Promciano, a algo más de treinta y ocho millas de la urbe, en los confines de la provincia Bética; había sido invitada por una hermana, por amor de santidad, y moraba allí en la mencionada posesión, haciendo santa vida y alabando a Dios, en compañía del confesor Félix de algunas personas más temerosas de Dios. Se extendió la noticia de un mal, o sea, de que un enemigo cruel había penetrado en la ciudad de Emérita. Se comunicó a la beata Eulalia que unos emisarios habían llegado en vehículo público para llevarla a Mérida, y que su padre Liberio ya estaba detenido allí en la cárcel con otros confesores de la fe. Sabedora de la noticia, la dichosa Eulalia se encaminó feliz hacia el martirio, marchando inmediatamente hacia la ciudad. Al punto ordenó que se le preparara un vehículo para hacer el recorrido. Ni la aspereza del camino ni su rico patrimonio ni el amor de sus seres queridos la hicieron retroceder. Adoptando un talante varonil, se apresuraba piadosa, destinada a gloria grande, y con tal talante, que, si posible fuera, recorrería tan largo camino en una hora sola. Tanto insistía al propio conductor, que se diese toda prisa, corriendo la más rápido posible. Dábale compañía y amistad Julia, joven como ella. Mientras caminaban le dijo Eulalia: “Debes saber, querida hermana, que, aunque llego la última, seré la primera en sufrir el martirio.” Y sucedió como había predicho la beata Eulalia.
Cripta de Santa Eulalia / Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia / Barcelona / Aunque la tradición mantiene que existieron dos santas Eulalias, la de Barcelona y la de Mérida, parece ser, según las últimas investigaciones, que ambas remiten a la joven emeritense martirizada en tiempos de Diocleciano
3.- Al aproximarse Eulalia a la ciudad, colonia de los emeritenses, cierto judío le salió al encuentro y le dijo: “Bienvenida seas. Ve, ofrece incienso y así podrás seguir viviendo”. A lo que respondió Eulalia, diciendo: “Dios te aumente los años, pero yo estoy deseando morir por Cristo, mi Señor.” Y prosiguió a toda la velocidad de su vehículo. Al mirarla el judío, vio un resplandor que la rodeaba, como una llama de fuego y, estupefacto por tal visión, entendió que los ángeles la protegían. Cierto que Dios quiso mostrar este milagro a los judíos, para que la dureza insensata de sus corazones viera las grandezas de Cristo.
Henchida de fe la beata Eulalia, se presentó espontáneamente en el foro. Corrió entonces el rumor de ello por sus proximidades y se concentraron innumerables personas, tan numeroso gentío, que no quedó nadie en sus casas. Era, en efecto, tan notoria la fama de la santidad y de la belleza de Eulalia, que todos los habitantes de la ciudad de Mérida acudieron ante la noticia de su presencia y por el gran amor que le profesaban, para presenciar cómo una paisana de rango senatorial de la propia provincia y convecina se enfrentaba al gobernador. Informan de su presencia inmediatamente a Calpurniano, gobernador de la Provincia de Lusitania y que había sido encargado por el emperador y perseguidor Maximiano para reprimir a los cristianos. A este Calpurniano, responsable de la crueldad y cabecilla del crimen, la beata Eulalia no duda en lacerar con improperios. Ni las palabras crueles, ni las manos sanguinarias, ni la actitud amenazante logran disuadirla de la intención de padecer. Por el contrario, se acrecentaba su valor, a medida que ponía todo su esfuerzo en vencer a su enemigo, apoyado en el poder de las fasces. Mirando fija a Calpurniano, le dijo: “¿Por qué has venido a la ciudad, tú, enemigo de Dios excelso? ¿Por qué persigues a los cristianos y te empeñas en ultrajar a las vírgenes consagradas a Dios? El señor me preparó en su ley, por lo que no podrás profanar mi castidad ni seducir mi juventud.” El gobernador Calpurniano le repuso: “Niñita mía, cómo pretendes ajar la flor de tu juventud, antes de hacerte mayor?” Eulalia le replicó: “Tengo ya casi trece años. ¿Crees que tú vas a poder con amenazas meter miedo a mis pocos años? Tengo bastante con esta vida breve. Pues que con los halagos de esta vida terrenal no me deleito, espero otra vida futura más dichosa, con la que gozaré felizmente por la gracia de Dios.”
Puente de Cangas de Onís / Principado de Asturias / Santa Eulalia es patrona de Oviedo, en cuya catedral se veneran sus restos, desde 1630, y de Asturias desde 1639. Muchas villas del Principado que llevan su nombre recuerdan aún este hecho, aunque para la mayoría de la población la patrona de la Comunidad es en exclusividad la Virgen de Covadonga
4.- El presidente Calpurniano dijo:”No te engañe esa desafortunada creencia. Acércate y ofrece un sacrificio a los dioses, según manda el precepto imperial, y así podrás evadir los tormentos y merecer honores y un esposo rico.” La beata Eulalia respondió: “Ya tengo un esposo rico, Cristo inmortal, que habrá de condenarte a ti, a los tuyos y a tu padre, el diablo, llamado Satanás. Ordenó al punto el presidente que fuera llevada a la cárcel; pero antes, la mandó venir ante él y, queriendo disuadirla de su determinación con tiernas palabras, le dijo: “Considera tu tierna infancia, compadécete de ti misma. Anda, pon incienso y podrás vivir.” Pero la beata Eulalia, llena de fe, firme en su valor, sin temer el martirio hasta la muerte, así respondió: “Soy cristiana y no lo haré.” Entonces Calpurniano, encendido de ciego furor, confiando en que la vergüenza de la joven, como pasa con los niños, disminuiría dándole unos cachetes por detrás, ordena al encargado del castigo que la azote. Mientras que con entereza soportaba los azotes y su delicado y santo cuerpo sufría los dolores y los golpes, confiando en la inmensa gloria del Señor, con constancia y valentía abominaba del emperador y césar con todos sus dioses juntos. Pero los ángeles del Señor protegían a la dichosa Eulalia. El durísimo juez creía que iba a conseguir lo que pretendía, azotando con mayor rigor a la casta virgen. Ella, mientras era atormentada con aquellos azotes y decía tales palabras, llegó a oídos del gobernador cuanto había dicho la beata Eulalia. Entonces mandó llamarla y traerla a su presencia. Al contemplar en ella la hermosura de su porte y su belleza, como queriendo mostrar piedad de su tierna infancia, dijo: “¿De qué te sirve esa actitud? Ven, ofrece un sacrificio, haz una ofrenda a los dioses y aléjate del peligro de muerte.” Pero la beata Eulalia, después de sometida a los primeros azotes, contestó a Calpurniano: “Desgraciado, ¿de qué te ha servido dar la insensata orden de desnudar mi castidad? Desde luego que tienes mi cuerpo bajo tu potestad, pero no puedes tener mi alma bajo tu jurisdicción, sino solamente Dios, que me la dio”.
Iglesia de Santa Eulalia de Abamia, primer Panteón Real de la Monarquía Española. Aquí permanecieron inhumados los restos mortales de Don Pelayo y su esposa, Gaudiosa, hasta que fueron trasladados a la Santa Cueva de Covadonga
5.- Entonces Calpurniano, viendo que con los primeros azotes no había conseguido nada de sus propósitos, le dijo a la beata Eulalia: “Dime, ¿en qué consiste esa firmeza tuya, que, según parece, has adquirido por medio de algún sortilegio y desprecias hacer sacrificios para que alaben tu condición?” Pero la beata Eulalia, confiando en el Señor de todo corazón, a lo que ya tenía dicho antes añadió, diciendo: “¿Por qué me lo preguntas una y otra vez?; ya te lo he dicho y vuelvo a repetírtelo. Lo que quieres y lo que me dices jamás lo haré, porque soy cristiana. Para que lo sepas de una vez, maldije y maldigo a vuestros reyes en unión de sus dioses.” Oyendo esto el presidente y dando un poco de tiempo en la aplicación de la sentencia a la niña, la beata virgen Eulalia fiel en su constancia, con valor, rebosando fe y con toda franqueza, gritó para que todos la oyeran: “Calpurniano, dicta ya la sentencia. Te reitero lo mismo que tengo dicho: que maldije y vuelvo a maldecir a tus reyes y sus dioses.” Oídas las palabras de la bienaventurada Eulalia, Calpurniano, lleno de horrible cólera e inflamado de furor extremo, dio órdenes de que al día siguiente le prepararan en el foro un tribunal.
Entonces dictó sentencia y mandó que fuese torturada la bienaventurada niña y ser quemada viva en medio de las llamas. Eulalia replicó: “No temo tus amenazas, pues poderoso es mi Señor, que me ha dado entereza para resistir los primeros azotes, como también me sacará indemne del fuego que preparas.” Dijo Calpurniano: “Me estás conmoviendo grandemente y aún más me compadezco de tus tiernos años.” La bienaventurada Eulalia respondió: “Es el Señor el que ha de compadecerse de mí, porque tú ¿qué misericordia tienes, maldito?” El presidente Calpurniano dijo a sus soldados: “Preparad unas varas de árboles mojadas con sus ramas y, desnudándola, azotadla amarrada.” La bienaventurada Eulalia dijo: “Estas son, perverso, tus amenazas. No me haces daño alguno, sino que más bien me confortas.” El presidente Calpurniano dijo: “Traedme aceite, calentadlo y bañad con el óleo ardiente sus pechitos.” La bienaventurada Eulalia respondió: “Ese fuego, para mí frío, me ha fortalecido y el aceite hirviente no me ha quemado, sino que, por el contrario, me quema el amor a Cristo, a quien estoy deseando ver.”
6.- El presidente Calpurniano dijo: “Traedme cal viva, metedla en ella y, luego, echadle agua encima.” Respondió la bienaventurada Eulalia: “Que te abrase a ti el fuego eterno, del mismo modo que tú has mandado abrasar a la sierva de Dios. Dios me protegerá y me librará de tus manos, porque yo no padezco los tormentos por mí, sino que sufro las penas por Cristo.” Dijo el Presidente Calpurniano: “Llenad una olla con plomo y ponedlo ante ella bien caliente; luego, tendedla desnuda sobre un lecho de hierro; pero primero mostradle el tormento, por si acaso se convierte a los dioses. Si no lo hace, vertedle la olla encima.” Pero la bienaventurada Eulalia, que cada día leía el martirio de san Tirso, más fortalecida con singular fervor, contemplando ante sí el tormento anunciado, dijo: “Dios verdadero, ven a liberar a tu sierva. Creo, pues, que quien se apiadó de san Tirso, aun siendo gentil, y lo llevaste a ti, lo mismo harás conmigo.” Acto seguido, se licuó el plomo, abrasando las manos de los que lo llevaban y llegando frío hasta santa Eulalia. Arrebatado entonces Calpurniano por el mayor furor dijo a sus soldados: “Traed las varas y, después de azotarla, coged un pedazo de trapo y frotadle las heridas. La bienaventurada Eulalia respondió: “Señor mío Jesucristo, ten piedad de tu sierva y no dejes debilitarse mi corazón; más bien, confórtalo, porque quiero escarpar del infierno y llegar hasta ti, que eres uno y trino y concedes la vida eterna.” El presidente Calpurniano le replicó: “Desgraciada, mira por ti antes de morir y sacrifica a los dioses.” La beata Eulalia dijo: “Sacrifica a tus dioses tú y todos los que te ayudan. Yo por mi parte ofrendaré a mi Dios una hostia viva, ofreciéndome a él, como también él se ofrendó por mí, para libarnos del poder de las tinieblas y del dominio del demonio, porque vuestros dioses ¿con qué clase de sacrificios pueden ser honrados, sabiendo –como sabemos- que están ideados por vuestra vana superstición y están elaborados en bronce, esculpidos en piedra o fundidos en diversos metales? Por eso los cristiano no los reconocemos, ya que, si no recibieran vuestra custodia, ellos serían capaces de protegerse.”
7.- El presidente Calpurniano le dijo: ”Luego, si es Dios ese en el que tú crees, ¿cómo ha padecido en la tierra pasión como un hombre?” Le respondió la beata Eulalia: “Pues sufrió pasión efectivamente como un hombre, por nosotros se revistió de hombre y tomó figura de siervo por nuestra salvación, para conducirnos hacia la libertad.” El juez Calpurniano dijo: “Tus pensamientos te confunden. No estoy dispuesto a seguir oyendo estas cosas. Acércate y sacrifica a los dioses, no sea que se te apliquen tormentos peores.” Pero la bienaventurada Eulalia le replica sonriendo: “Con ello fomentas mis deseos, si me aplicas tormentos peores. Haz ya lo que pasa por tu mente, porque con ellos llegaré a ser vencedora en Cristo.” El presidente Calpurniano agregó: “Yo no voy a consentir que salgas vencedora, porque voy a aplicarte gravísimos tormentos.” Le respondió la beata Eiulalia: “No podrás vencerme, porque vence en mí quien lucha por mí.” El presidente Calpurniano dijo: “Encended antorchas y aplicadlas a sus rodillas.” Santa Eulalia dijo: “Ya has quemado mi cuerpo y ves cómo resisto. Manda que me aderecen con un poco de sal, para que quede más sabroso a Cristo.” Arrebatado entonces el presidente Calpurniano de furor diabólico, le dijo: “ Ea, verdugos, encended el horno y arrojadle en él hasta que muera”. Es encendido, pues, el horno, de acuerdo con la orden del presidente. Traen a la niña y la echan al fuego, pero ella comenzó a cantar salmos dentro del horno, diciendo: “Después de ella, serán presentadas las vírgenes al Rey, sus compañeras, que también serán llevadas con alegría y regocijo.”
El presidente Calpurniano dio unos pasos por los alrededores del pretorio, que estaba en lugar cercano donde ardía el horno. Cuando oyó que la santa virgen Eulalia estaba cantando, ordenó a su gente: “Creo que nos ha vencido: esta muchacha se obstina en el mal; pero, para que no pueda vanagloriarse, sacadla y buscadme un bufón y, antes de que muera, que sea llevada por las calles afeitada y desnuda ante el pueblo, para que se vea su virginidad.” Al escuchar esto santa Eulalia, respondió así: “ No me importa sufrir en la tierra la ignominia de ir rasurada y desnuda, hasta parecer fea, porque sé muy bien por quién lo padezco. Él conoce la manera de hacértelo pagar, enemigo de la justicia.” El presidente Calpurniano dijo: “Entonces, si no quieres llegar a esta vergüenza, ven y haz un sacrificio.” La beata Eulalia respondió: “Ya estoy siendo inmolada en sacrificio de alabanza y como víctima jubilosa.” Entonces Calpurniano, sobreexcitado con la peor intención, dijo a sus verdugos: “Ponedla en el ecúleo, y que vaya quemándose, aplicándole llamas por los dos costados.” Al escuchar la sentencia la santa virgen, cantando decía estas palabras: “Me has probado, Señor; con el fuego me has examinado y no ha sido hallada en mí maldad alguna.” Y se regocijaba en el Señor. Y ya veía cómo los ángeles la acompañaban, esperando el término de su martirio. Entonces, poniéndole su propia cabellera como si fuera un collar, es llevada atada a la muerte. Llegados al lugar del martirio fuera de la ciudad, desnudándose ella misma con sus propias manos de sus ropas, las entregó a sus verdugos. Solamente se reservó un ceñidor por razones de pudor para cubrir sus muslos. Cuando la colocaron en el potro, fue descoyuntada, atormentada, azotada. A pesar de la tortura de los miembros, su cuerpo se recrecía para el tormento. Como con el triunfo confesaba a Cristo, no sentía tormento alguno. No por eso se aplacaba tan sofisticada dureza de martirios.Así que mandó a dos soldados escogidos, que abrasaran el cuerpo de la joven, aplicando unos haces ardiendo a ambos costados de la bienaventurada Eulalia; después de que se consumieran, todavía pensó despedazar atrozmente los miembros santos con mayor variedad de tormentos. A esto la bienaventurada mártir Eulalia, sometida al escarnio de los suplicios, respondió: “¿De qué te ha servido, Calpurniano, haber querido ejercer sobre mí la ferocidad de los tormentos? Ni temo tus amenazas ni tus suplicios. Confieso que soy cristiana y amante de mi Dios. Graba en tu mente mi cara, para que, cuando estemos en la hora de su juicio delante del tribunal de mi Señor Jesucristo, reconozcas mis facciones ese día y recibas el premio debido a tus méritos.” Muchos, atemorizados y compungidos de corazón, después de escuchar las palabras de la beata mártir Eulalia, se apartaron de los ídolos y creyeron en el Señor.
8.- Luego, la beata Eulalia, maltratada por tan diversas formas de tormentos, colgada de una cruz, se alegraba sobre todos los demás suplicios, acordándose de que, desde su infancia, se había ido preparando para ellos. Dirigiéndose a los que la escuchaban les decía también: “Os conviene creer en un Dios único y verdadero, Padre celestial; yconfirmaba que Jesucristo, su verdadero Hijo todopoderoso, debe ser adorado en unión del Espíritu Santo, bendito por los siglos de los siglos.”De este modo la gloriosa y beata Eulalia en su agonía se daba prisa por llegar al Señor cuanto antes. Las llamas que le pusieron a ambos lados tomaron mayor violencia, y sorbía el fuego con la boca abierta. Después de este suceso, el espíritu de la santa mártir voló desde la boca al cielo en forma de una paloma a la vista de todos, para anunciar la llegada de la mártir de Cristo a las regiones celestiales. Oh mártir venerable, que tan gratísimo ejemplo diste a los ciudadanos de haber superado el pasado, fortalecido el presente y aleccionado el futuro.
Su cuerpo santo, íntegro e ileso, estuvo colgado de la cruz durante tres días por orden del presidente. Con esto creía el muy malvado, en la locura de su crueldad, poder vencer después de muerta a la que no había podido doblegar viva. Pero a ella, a quien le habían sido negados los honores humanos, se le concedieron merecidamente los divinos por generosidad de Dios, pues la nieve roció el cuerpo de la niña, sirviéndole de protección y decoro, como si su cabellera, que con ensangrentada mano le arrancaron los lictores, adornara los dones celestiales ahora cubiertos de nieve.
De todos es sabido que la beatísima Eulalia en ese mismo momento recibió el premio a sus trabajos, pues su cuerpo, que había ardido por ambos costados con el furor de las llamas, por la divina gracia resplandecía luminoso, cubierto de nívea blancura.
Su cuerpo fue retirado en secreto por los cristianos y enterrado con todo respeto. A su sepulcro recurren los necesitados y son curados. Acudieron pronto al lugar donde fue colocada los santos Donato y Félix, que unánimes confesaron su fe, y seguirían luego sus gloriosas huellas por medio de la gracia del martirio. Dirigiéndose a la santa con alegría y gran gozo de ánimo, dijo Félix: “Tú, señora, has merecido alcanzar la primera la palma del martirio.” Pero santa Eulalia, como si dejara ver una sonrisa en su rostro, ya segura del éxito de su victoria, estaba por el contrario preocupada por la salvación de su compañero.
Conoced, hermanos míos, la inaudita y admirable pasión de esta virgen, a la que una doble palma de la gloria transportó al cielo: Primero, venciendo al enemigo de la carne, después, superando al adversario de la fe. Si digna de alabanza es en su entrega, más dichosa es en su martirio. Si consiguió por el resplandor de su virginidad el fruto de sesenta, lo sobrepasó con el cien por la grandeza de su martirio. Para enaltecer los méritos de sus predecesores, fortaleció en la fe a los presentes y dio ejemplo de convicción a los futuros.
Bajo el reinado de nuestro Señor Jesucristo, que acogió a la Mártir en su paz. A Él sean dados honor y gloria, dominio y potestad por los siglos de los siglos. Amen.
Acaba aquí la Pasión de la virgen santa Eulalia.
España Sagrada / Padre Enrique Flórez / Traducción de Manuel Dominguez Merino
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Santa Eulalia
J.W. Waterhouse / 1885
Óleo sobre lienzo
186 x 117 cm.
Tate Gallery / Londres
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Nieve ondulada reposa.
Olalla pende del árbol.
Su desnudo de carbón
tizna los aires helados.
Noche tirante reluce.
Olalla muerta en el árbol.
Tinteros de las ciudades
vuelcan la tinta despacio.
Negros maniquíes de sastre
cubren la nieve del campo
en largas filas que gimen
su silencio mutilado.
Nieve partida comienza
Olalla blanca en el árbol.
Escuadras de níquel juntan
los picos en su costado.
Una custodia reluce
sobre los cielos quemados,
entre gargantas de arroyo
y ruiseñores en ramos.
¡Saltan vidrios de colores!
Olalla blanca en lo blanco.
Ángeles y serafines
dicen: Santo, Santo, Santo.**
Martirio de Santa Olalla / Infierno y Gloria / Romancero Gitano / Federico García Lorca / 1928
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.* Término que deriva de la denominación astur-leonesa de Santa Eulalia
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Suena: Crucifixus / Symbolum Nicenum / Credo / Gran Misa
........... .......... Johann Sebastian Bach / 1732
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14 comentarios :
Una genial selección de textos e imágenes.... como siempre. Qué más puedo decir... Saludos,
Ayyyy, me muero, tenia escrito mi comentario y pinche un link sin darme cuenta de que así me cambiaria de pagina y desapareceria lo que llevaba escrito.
Bueno, recomencemos. Le comentaba acerca de los nombres que se llevaban en aquel tiempo, como Augurio y Festucio, y reflexionaba acerca de que tal vez dentro de unos siglos los nuestros resulten igual de extraños en oídos futuros.
Y decía tambien que hoy nos toca de cerca el tema a los astures, por tratarse de Santa Eulalia, tal como usted señala. Ha sido un placer encontrar ese puente de Cangas de Onís, y me ha encantado la imagen de la cripta, tan bellamente iluminada.
En cuanto al remate que pone usted con García Lorca, de lujo.
Buenas noches, monsieur, espero que el comienzo de semana se le haya hecho llevadero.
Bisous
Me ha gustado mucho las imagnes que ponen. Coincido con Madame Minuet en que los nombres suena extraños.
Una historia apasionante.
Saludos
Me alegra mucho que te hayan gustado Daphne.
Que tengas una fantástica jornada.
Vaya, madame, no sabéis cuánto lo siento..., pues sé lo que es eso... A mí me saca que quicio cuando me ocurre, no os digo más...
En fin, me alegra mucho que, como comentaba a Daphne, también a vos la entrada os haya sido grata, como no podía ser de otro modo, dado que gira en torno a la figura de Santa Eulalia, cuyo eco, efectivamenteno no sólo impulsó la evangelización de Hispania y buena parte de la Galia, sino que llega hasta nuestros días, como testimonia el gran poeta de Fuente Vaqueros en una de su obras más celebradas...
Tened una muy leve y feliz tarde, madame...
Mil besos, mil..
Así es Manuel, parece que el oído evoluciona con los tiempos en ese sentido. Eso sí, con su notables excepciones... Ahí están sin ir más lejos tu hermoso nombre, que llevaba mi querida madre, por cierto, y que significa nada menos "Dios está entre nosotros"; o los míos, que son José y Antonio, populares, o comúnes, como se prefiera, donde los hayan... : )
Que tengas una muy feliz y leve jornada...
Estuve en Mérida en noviembre. Me pareció impresionante el teatro romano así como el casco antiguo de Cáceres, cada rincón rememora la historia de España.
Ahora me ha gustado mucho leer esta historia de Santa Eulalia.
Gracias a tu visita he conocido este interesante blog al que volveré.
Hasta pronto.
Ambos casos Patrimonio de la Humanidad, no en vano, así es Fran...
Me alegra mucho que te haya gustado la historia de Santa Eulalia y parecido interesante mi espacio. Gracias a ti por tu visita y por tus amables palabras: estás en tu casa...
Que tengas una muy feliz velada.
Interesantísimas las actas del proceso, no sabía que se conservasen. Según iba leyendo justo recordaba el romance de Lorca y me preguntaba si lo habrías puesto. Y ahí estaba, al final.
Un saludo
Confieso que desde niña todas estas historias de martirios me han dado pesadillas, por eso no sé cómo afrontaré la noche después de leer el triste final de Santa Eulalia tan pormenorizadamente relatado. Realmente es cosa de milagro resistir a tantas y tan retorcidas torturas.
Y tienes razón en eso de que en mi tierrina nos olvidamos de esta patrona, pero es que la Santina... ay, la Santina!! En todo caso, y ya que el día va de nombres, una persona muy querida para mí también se llamaba Manuela y tenemos en la familia tantos Jose Antonios que los diferenciamos por apodos. En cambio, yo soy única (extravagancias de mi madre) je je je
Bueno, espero que estés totalmente repuesto aunque así y todo, ya sabes: uno para el izquierdo y otro para el derecho.
Felices sueños guapísimo!!
Vane.
No podía faltar Lorca, no...
Bueno, estas actas que en realidad forman parte, como indico, de la obra del padre Enrique Flórez, España Sagrada... El testimonio escrito más antiguo que se conserva del martirio de Santa Eulalia lo contituye, si no me equivoco, un poema escrito por Prudencio allá por el siglo IV...
Que tengas una muy feliz velada, Sofonisba Anguissola.
Jejeje... Tu madre tuvo muy buen gusto, lo sepas... Además, un poquito de innovación de vez en cuando no le viene mal a nadie, y quien dice a nadie dice al nomenclátor familiar... : )
La verdad es que el relato se las trae, reconozcámoslo... Lo cual no significa que no se sustenta en la realidad... Hoy precisamente he leído en la prensa que el nuevo Cristo de los Estudiantes de Córdoba será bendecido y entregado este próximo sábado por nuestro nuevo arzobispo, monseñor Asenjo, antiguo obispo de aquella ciudad, para más señas... Y es que éste, la talla, esto es, obra de Manuel Miñarro, profesor de la Universidad de Sevilla, es fruto de un amplio, dilatado en el tiempo y riguroso estudio multidisciplinar en torno a la Sábana Santa de Turín... Ni que decir tiene que su aspecto dista mucho del idealizado al que estamos tan acostumbrados y remite, más bien, al Cristo de la Pasión de Mel Gibson..., en alusión a la cual SS.SS. el Papa Juan Pablo afirmaría "así fue", no te digo más... Mira te dejo la noticia, que incluye fotos para que tú misma le eches un vistazo, si es que te quedan ganas dspues de lo dicho...
El Cristo de la Síndone, según Miñarro
En fin, que sí, que es desagradable, sobre todo contemplado con nuestros ojos, más o menos miopes, más o menos sanos, ejem..., con los ojos de nuestro tiempo, tan influenciados por la estética de Disney..., maravillosa, por otra parte pero tan alejada de la realidad... Vamos, en "pocas palabras", que la joven Eulalia se ganó a pulso la santidad, dado el martirio despiadado al que fue sometida...
En fin, niña, no sé si decirte que los ojos están ya totalmente recuperados... Y es que he acabado acostumbrándome a esa terapia que me has venido administrando, esa que tanto me gusta... No sé tampoco si esta mentirijilla entra dentro de la categoría de piadosas, porque el beneficiario de la misma, como es obvio, es justamente el autor ¿? ¡Qué fatalidad! :))
Vane, en un rato estoy contigo... Hasta entonces, que tengas una muy feliz velada...
Un beso, preciosa...
Gracias por la información pues dadas mis circunstancias de semi-clausura voy a designarte mi corresponsal favorito para lo que pasa en el mundo ;D
Sobrecogedora la imagen del Cristo, pero así fue sin medias tintas. Ya te contaré algún día que casi me desmayo en una clase de religión en la que el profesor (jesuíta y narrador como pocos) nos describió aquellas últimas horas de Jesús... uff, a mi imaginación no le es necesario Mel Gibson ;D
Y oye, que si gusta el tratamiento no me importa tenerlo por costumbre, digamos que yo me creo todo lo que haya que creerse ji ji ji
feliz noche...
Vane.
Uf, ya me imagino lo que debió suponer aquel relato... Igual a mí me hubiera pasado algo similar... Hay cosas que no llevo nada bien..., sobre todo aquellas que tiene que ver con la sangre... ¡Uf!
En fin, ya sabes que estoy a tu disposición las 24 horas del día, así es que... Por lo demás, ejem, opino que si este mundo es hermoso y merece la pena es por esas pequeñas cosillas... :)
Un beso, preciosa...
Dulces sueños.
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