lunes, 15 de marzo de 2010

LA ANTIGÜEDAD / Hispania / El triunfo del cristianismo














Constantino
Bronce / Siglo IV d.C.
Museos Capitolinos /Roma






El triunfo del cristianismo
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En el siglo IV, por primera vez desde su aparición, la religión cristiana se vio estrechamente implicada en la vida política. Esta alianza entre Iglesia y Estado estaba llamada a continuar por muchos siglos.

El cristianismo se desarrolló fundamentalmente durante los siglos II y III dentro de los límites del Imperio, a pesar de los accesos de fanatismo local. Los apologistas se esforzaban en conciliar la Biblia y la Filosofía y en definir el lugar que los cristianos debían ocupar en el mundo. La imagen de una sociedad nueva, basada en el espíritu comunitario y en la acción caritativa, respondía a las inquietudes de una época turbulenta. A pesar del innegable éxito de otras religiones que también prometían la salvación, como la de Mitra, el cristianismo atrajo a todas las categorías sociales: algunos obispos habían sido antiguos esclavos, otros aristócratas...




De la tolerancia a la intolerancia

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El contexto cambió, como ya hemos visto, a fines del siglo III, cuando las invasiones bárbaras empezaban a debilitar el Imperio. Para restaurar la unidad moral, algunos emperadores, como Decio, Valeriano y Galerio, ordenaron la persecución sistemática de los cristianos por considerarlos subversivos. Sin embargo, sus edictos se aplicaron de manera desigual, sobre todo en la Galia, donde Constancio Cloro los ignoró por completo.

La antigua iglesia de San Pedro de Roma. fue construida durante el .imperio
de Constantino. en el lugar donde sufrió. martirio el citado apóstol. Cuando
el culto se hizo público, .se celebraba en amplios edificios y las basílicas .se
construyeron siguiendo el modelo de los edificios judiciales romanos. Fresco
del siglo XVI / San Martino ai Monti / Roma
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Entre 305 y 313 fueron alternándose persecuciones y edictos de tolerancia, ya que los cristianos se convirtieron en pieza clave de las luchas por el poder que emprendieron los soberanos de un imperio dividido en cuatro. Así se operó el cambio de postura del propio Galerio, cuyo sobrino, sin embargo, prosiguió con su política en Oriente. Para poner término a las persecuciones, dos augustos, Constantino -hijo de Constancio Cloro- y Licinio, se pusiero de acuerdo en reconocer en todo el imperio la libertad y la paz religiosas, en lo que se llamó el Edicto de Milán -13 de junio de 313-.

Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos sancionado que, tanto todos los demás, cuanto los cristianos, conserven la fe y observancia de su secta y religión... que a los cristianos y a todos los demás se conceda libre facultad de seguir la religión que a bien tengan; a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio. Así, pues, hemos promulgado con saludable y rectísimo criterio esta nuestra voluntad, para que a ninguno se niegue en absoluto la licencia de seguir o elegir la observancia y religión cristiana. Antes bien sea lícito a cada uno dedicar su alma a aquella religión que estimare convenirle.

Constitución de Constantino y Licinio


Cuando Constantino quiso después eliminar a Licinio, emprendió una política realmente favorable a los cristianos y en 324, convertido finalmente en el único emperador, promulgó la libertad de culto y estableció entre el paganismo oficial y la nueva religión un compromiso ventajoso para esta última: se restringieron los cultos pagano y judío, se restituyeron a la Iglesia los bienes confiscados y los clérigos gozaron de un régimen de exención.

Que todos los jueces y todos los que habitan en las ciudades, y los que se ocupan en diferentes oficios, descansen en el venerable día del sol, pero que se deje a los que están en el campo, usar de su libertad para atender los trabajos de la agricultura, porque a menudo sucede que otro día no es apropiado para sembrar grano y plantar viñas, no suceda que se pierda la ocasión favorable que el cielo conceda.

Código de Justiniano*

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Antes de la Batalla de Milvio, Constantino tuvo una visión mística, una cruz con la inscripción in hoc signo vinces -con este signo vencerás-. Tras ello abrazó el cristianismo.

Constantino, procedente de una familia que practicaba un sincretismo solar, era un místico y un visionario. Afirmó su monoteísmo, pero su cristianismo fue ambiguo durante mucho tiempo, y el signo misterioso -el lábaro- con el que marcó a su ejército en 312, con motivo de la Batalla de Milvio, podía ser tanto un símbolo solar como cristiano. Su conversión pasó por varias etapas, de acuerdo con sus intereses políticos, recibiendo el bautismo en su lecho de muerte en 337.

El emperador Constantino y Santa Elena / Siglos XVI-XVII / Museo de Nesebar / Bulgaria

Elena, madre de Constantino y oriunda de Drepanum, en Bitinia, en la actual Turquía, una heroína poco conocida que se convirtió muy pronto en legendaria, era probablemente sirvienta en una taberna cuando conoció al augusto Constancio Cloro, que la convirtió en su concubina. De su relación con éste nació un hijo, pero jamás llegó a casar oficialmente con el Emperador, quien finalmente la repudió para poder contraer matrimonio con Teodora, en 289. Elena era cristiana y debió influir en su hijo en un sentido favorable al cristianismo, pero mientras vivió no consiguió su conversión. Cuando Constantino fue nombrado emperador a la muerte de Constancio Cloro, decidió llamar a su madre a la corte de Nicomedia y le otorgó el título de augusta. De este modo, Elena se convirtió en emperatriz. Desde fines de la Antigüedad, los cristianos le profesaron una gran devoción al atribuirle el descubrimiento de las reliquias más preciosas: en 326, justo antes de su muerte, realizó una peregrinación a Jerusalén donde la leyenda supone que descubrió los restos de la Cruz de Cristo y los instrumentos de la Pasión, objetos que ordenó trasladar a Constantinopla.

Santa Elena / Pasajes de la Historia / Juan Antonio Cebrián / La rosa de los vientos

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La Iglesia bajo el poder del Emperador

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El Imperio se hizo cristiano en la persona de sus emperadores. Los sucesores de Constantino, educados en la fe cristiana, fueron cada vez más contrarios al paganismo, con la excepción de Juliano que, de 360 a 363, intentó una efímera restauración de la tradición pagana.

Sin embargo, la Iglesia estaba dividida. En África, donde la reintegración de los lapsi -los que habían abjurado para escapar de las persecuciones- planteaba un problema, unos integristas, llamados "donatistas" se alzaron contra la sociedad y el poder civil.











Coloso de Barletta
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Bronce / Siglo IV d.C. / Barletta / Italia
En adelante el poder imperial sería cristiano: el
emperador sostiene el globo terráqueo, signo de
su poder temporal y blande la cruz que justifica
todos sus combates


Sus diferentes tradiciones enfrentaron a las Iglesias latina de Occidente y griega de Oriente, sobre todo cuando se intentó fijar la fecha de la Pascua. El obispo Arrio, al negar la divinidad de Cristo, provocó la crisis más grave e inauguró un siglo de controversias. Constantino, tras restablecer la unidad del Imperio, juzgó imperativo intervenir en el plano religioso y en 325 convocó en Nicea, en Asia Menor, el I Concilio Ecuménico, es decir "a escala mundial", que, presidido él mismo, condenó a Arrio, solucionó el problema de la fecha de la Pascua y promulgó un texto que definía la fe cristiana, el símbolo de Nicea. El arrianismo, empero, no desapareció hasta el Concilio de Constantinopla, ya que incluso lo apoyaban los emperadores que extraían de él una confirmación de su origen casi divino. Así pues, el conflicto doctrinal se politizó y las tendencias del Imperio con vistas a sacralizar el poder se vieron reforzadas. En cada concilio, el emperador se presentaba como el "obispo del exterior" mientras que el obispo de Roma sólo desempeñaba un papel anodino. A excepción de Dámaso -366-384-, los papas carecieron de relevancia.




El fin del paganismo

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La "paz de la Iglesia" inauguró un período de asimilación y penetración más que de expansión. El triunfo oficial del cristianismo dejó su impronta en el paisaje urbano al edificarse iglesias públicas monumentales que adoptaron la forma de nave central y otras laterales propias de las "basílicas" judiciales. El baptisterio que albergaba la piscina donde se administraba el bautismo por inmersión se hallaba situado en el exterior de la iglesia. El propio emperador financiaba a menudo la construcción de esta clase de edificios.

Basílica paleocristiana de Vega del Mar / Baptisterio / Siglo IV d.C. / San Pedro de Alcántara / Marbella / Málaga

La cultura cristiana rivalizó en esplendor con la filosofía y la retórica clásicas. En todo el Imperio, ilustres personajes, los padres de la Iglesia, estudiaban sin descanso los textos sagrados y, de los siglos II al VII, intentaron fijar la doctrina cristiana e inculcar sus conocimientos a quienes tenían acceso a la instrucción. De este modo la Escuela Catequística de Alejandría se hizo rápidamente célebre gracias a las brillantes enseñanzas de Orígenes, y en el siglo IV, San Jerónimo tradujo la Biblia al latín y Eusebio de Cesárea, escribió una Historia Eclesiástica. Procedentes de un medio cultivado, eran obispos en su mayor parte y pertenecían al círculo más cercano del Emperador. La fe cristiana se ganó la voluntad de la corte y posteriormente de toda la aristocracia. En el siglo IV, cuando el Emperador abrazó oficialmente la nueva religión, las conversiones fueron masivas. Sin embargo, muchas de ellas respondían al oportunismo puesto que, al ser cristiano el poder político e intelectual, resultaba ventajoso adoptar su misma religión.

Iglesia de Santa Eulalia de Bóveda / Siglo IV d.C. / Lugo

El medio rural fue asimismo convirtiéndose paralelamente. Respecto a Egipto, así lo atestiguan los papiros a partir del siglo III y, en la Galia, San Martín organizó las primeras parroquias en el siglo IV.

El cierre de los templos paganos, ya inevitable, se llevó a cabo de manera paulatina. Graciano, iniciador de una política represiva por su ley contra los apóstatas -381- establecerá la separación entre Estado y paganismo. El emperador hispano, Teodosio, prohibiría definitivamente los ritos paganos, teniendo lugar las últimas fiestas de ésta naturaleza en Grecia en 394-396.

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* Recoge el decreto de Constantino de 7 de marzo 321 rela­cionado con el descanso dominical

** Probablemente Valentiniano I

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Suena: Cuarteto del Emperador

........... ..........Franz Joseph Haydn / 1797
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2 comentarios :

Diana de Méridor dijo...

Se prolongaron hasta bastante tarde, por lo que veo. Curiosa personalidad la de Juliano, con ese intento por volver al paganismo. Uno de esos personajes extraños, y un tanto contradictorios.

Buenas noches, don Jose. Ya se nos ha ido el lunes, menos mal.

Bisous

Jose dijo...

Bueno, en realidad en el sentido religioso Juliano fue muy congruente, pues trató de parar la marea que arrastraba y se llevaba por delante sus propias creencias a esas alturas, con escaso éxito, eso sí, como es obvio... Por lo demás, así es madame, el proceso fue, aunque implacable, lento en su culminación...

Tened una muy feliz velada vos también, madame... Ya queda menos para San José...

Mil besos, mil

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