Introducción VII
Jeroen Anthoniszoon van Aken, el Bosco / 1500-1505
Renacimiento / Escuela Flamenca
Óleo sobre tabla / 220 x 97,5 cm. / 220 x 195 cm. / 220 x 97,5 cm.
Museo Nacional del Prado / Madrid
Todos los bienes del mundo
Juan del Encina / 1468-1529
Renacimiento
Pompa de los amantes /Detalle
Voces del espíritu
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Arte e historia de España ofrece la posibilidad de vivir una experiencia que proba- blemente no hayamos tenido antes en ningún libro de historia. Como todo lo que es un poco especial, esa posibilidad dependerá en parte de la preparación de cada cual para encarar lo extraordinario. Y para estar preparado es fundamental olvidarse por un momento de escuelas y artistas. Si se quiere, se puede completar luego el recorrido propuesto con los minuciosos y siempre sugerentes comentarios de los historiadores del arte. Por ejemplo, descubrir las semejanzas y las diferencias de altura y de timbre entre las voces del espíritu que escucharon y obedecieron Leoni y Gregorio Fernández. Penetrar en la vecindad de Poussin con la escultura y la arquitectura o en las razones del corazón que la razón no conoce de El Greco, pintor de las formas que vuelan. Pararse en cómo los decorados del gótico continúan sus contorsiones en las tablas de El Bosco, pobladas de formas minerales, vegetales, animales, mixtas. Reconstruir toda una teoría del Estado, y de los derechos y obligaciones del príncipe y de sus allegados, a través de Velázquez, pintor de la verdad, o de cualquiera de los grandes retratistas de los Austrias…
Pero dejemos la Historia del Arte a un lado. Consideremos la invitación a estar pre- sentes en el pasado. Recorramos esta exposición de obras sin catálogos ni manuales. Sólo así la voz del cicerone podrá conducirnos a la ensoñación, despertando otras preguntas, otras asociaciones, como si las páginas fueran alma, pantallas en las que podemos imaginar y reconstruir el pasado en más detalle. Sólo así este espacio habrá contribuido a la renovación de la Historia de España, empeño que comparte con los historiadores, hermanos en el rechazo de una Clío insulsa, presa de disecciones y anticuarios.
Porque una España viva requiere miradas inquietas, que huyan de la tentación de sa- cralizar conceptos como la lengua, el territorio o la misma historia, y que, al mismo tiempo, sepan contar su gran aventura, labrada a golpe de sombras y luces. Voces que recuerden las hazañas y progresos, respondiendo así a la queja de Lope de Vega:
¡Oh Patria! Cuántos hechos, cuántos nombres,
cuántos sucesos y victorias grandes…
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por qué te falta, España, quien lo diga?
La creación del mundo / Tríptico cerrado
Tríptico del jardín de las delicias
El jardín del Edén / El jardín de las delicias / El infierno
Jeroen Anthoniszoon van Aken, el Bosco / 1500-1505
Renacimiento / Escuela Flamenca
Óleo sobre tabla / 220 x 97,5 cm. / 220 x 195 cm. / 220 x 97,5 cm.
Museo Nacional del Prado / Madrid
Todos los bienes del mundo
Juan del Encina / 1468-1529
Renacimiento
Pompa de los amantes /Detalle
Voces del espíritu
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Arte e historia de España ofrece la posibilidad de vivir una experiencia que proba- blemente no hayamos tenido antes en ningún libro de historia. Como todo lo que es un poco especial, esa posibilidad dependerá en parte de la preparación de cada cual para encarar lo extraordinario. Y para estar preparado es fundamental olvidarse por un momento de escuelas y artistas. Si se quiere, se puede completar luego el recorrido propuesto con los minuciosos y siempre sugerentes comentarios de los historiadores del arte. Por ejemplo, descubrir las semejanzas y las diferencias de altura y de timbre entre las voces del espíritu que escucharon y obedecieron Leoni y Gregorio Fernández. Penetrar en la vecindad de Poussin con la escultura y la arquitectura o en las razones del corazón que la razón no conoce de El Greco, pintor de las formas que vuelan. Pararse en cómo los decorados del gótico continúan sus contorsiones en las tablas de El Bosco, pobladas de formas minerales, vegetales, animales, mixtas. Reconstruir toda una teoría del Estado, y de los derechos y obligaciones del príncipe y de sus allegados, a través de Velázquez, pintor de la verdad, o de cualquiera de los grandes retratistas de los Austrias…
Pero dejemos la Historia del Arte a un lado. Consideremos la invitación a estar pre- sentes en el pasado. Recorramos esta exposición de obras sin catálogos ni manuales. Sólo así la voz del cicerone podrá conducirnos a la ensoñación, despertando otras preguntas, otras asociaciones, como si las páginas fueran alma, pantallas en las que podemos imaginar y reconstruir el pasado en más detalle. Sólo así este espacio habrá contribuido a la renovación de la Historia de España, empeño que comparte con los historiadores, hermanos en el rechazo de una Clío insulsa, presa de disecciones y anticuarios.
Porque una España viva requiere miradas inquietas, que huyan de la tentación de sa- cralizar conceptos como la lengua, el territorio o la misma historia, y que, al mismo tiempo, sepan contar su gran aventura, labrada a golpe de sombras y luces. Voces que recuerden las hazañas y progresos, respondiendo así a la queja de Lope de Vega:
¡Oh Patria! Cuántos hechos, cuántos nombres,
cuántos sucesos y victorias grandes…
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por qué te falta, España, quien lo diga?
La creación del mundo / Tríptico cerrado
220 x 195 cm.
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