miércoles, 2 de junio de 2010

LA ANTIGÜEDAD / Los godos / La excepción bizantina


Díptico consular de Flavius Strategius Apion ...
Arte
bizantino../.Siglo VI ./..Marfil ...
Catedral de San Salvador de Oviedo ...



La excepción bizantina

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Pese a la facilidad con que los visigodos dominaron buena parte de la antigua Hispania, las rivalidades domésticas frustraron sus primeras tentativas de adueñarse el mediodía peninsular y complicaron el panorama político al introducirse un nuevo factor desestabilizador en el área: el Imperio Bizantino.

Mientras los godos consolidaban su dominio en Hispania, hacia mediados del siglo VI, en el otro extremo del Mediterráneo, tuvo lugar el renacimiento del Imperio Romano de Oriente. Es la época del emperador Justiniano, forjador de la grandeza del Bizancio y promotor de la magna empresa de la recuperatio Imperii, es decir, la recuperación o reconstrucción del Imperio Romano en su prístina totalidad, que inició, como no podía ser de otro modo,
con la reconquista de
Italia y la ocupación del norte de África.
Mosaico de Justiniano y su séquito / Arte bizantino / 546-548 / Iglesia de San Vital / Rávena

Entretanto, en Hispania, el juego de las fuerzas entre los visigodos y la más romanizada de sus regiones..., la Bética, que deseaba a toda costa mantener su independencia y su fe, y que se había ido convirtiendo, paralelamente, en el más importante núcleo influencia política y eclesiástica -merced, en gran parte, a la irradiación de la sede episcopal hispalense-, ...estaba equilibrado, hasta tal punto, que sólo un elemento nuevo arrojado en alguno de los platillos de la balanza conseguiría desequilibrarla y decidir la suerte del Sur. Tal fue la intervención bizantina. En estas circunstancias, los bizantinos, que ocupaban ya el norte de África, desembarcaron en el año 551 en la Bética, región en la que se instalaron con el firme propósito de consolidar su posición. Difícilmente podrán ser aclaradas las causas concretas de su venida -las remotas habría que verlas en el mencionado empeño de Justiniano-, ya que, según unas fuentes, aquellos fueron llamados por el rebelde Atanagildo -quien habría solicitado su apoyo para destronar a Agila-, mientras que de otras se deduce que su presencia fue reclamada por los propios hispanorromanos de la Bética. En cualquier caso, lo cierto es que intervinieron en las luchas intestinas de los visigodos y que después no quisieron regresar a sus bases norteafricanas.

Así las cosas, cobrándose el socorro prestado a Atanagildo, a mediados del siglo VI Justiniano creó una provincia sufragánea de Oriente entre la desembocadura del río Guadalete y el norte de Cartagena: Spania. Una larga cadena de resistencias y conflictos prolongaría por más de setenta años aquella situación colonial.

T .



Las dos Hispanias

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Pero remontémonos en el tiempo para entender con una mayor claridad las raíces de los problemas a los que hubo de enfrentarse el recién nacido Reino de los visigodos.

Los cambios producidos en la Península desde la instalación de aquellos en la misma no acaban de afectar a la realidad, más profunda aún que las reestructuraciones adminstrativas y los remodelaciones o redefiniciones de los estatus respectivos de ambos pueblos, esto es, de hispanorromanos y de godos. Dicha realidad nos habla de dos Hispanias: de la meridional y de la centro-oriental. Es más, todo hace pensar que la Bética..., cuyos metropolitanos -como los de Septimania- significativamente dejan de acudir a los concilios de Barcino -Barcelona- e Ilerda -Lérida/Lleida- celebrados en 540 y 546, respectivamente, ...vive una existencia prácticamente independiente, alejada del proceso de germanización y regentada por los grandes señores y funcionarios de origen romano.

Vía Sepulcral Romana / Plaza Villa de Madrid / Plaça Vila de Madrid / Barcelona .

La ansiosa pretensión de autonomía por parte de la vieja patria de Trajano y Adriano, muy celosa de su romanidad, que quiere preservar como sea, aun a costa de convertirse en foco de una permanente e inagotable contienda, va a constituir una de las claves del futuro inmediato del Reino, uno de los leitmotiv de la Hispania goda, tanto más relevante cuanto que en ella se van a asentar los bizantinos, generándose así un proceso diferenciador, y aun disgregador, de suma importancia.

Así las cosas, el cuadro que ofrece el panorama peninsular es, en consecuencia, apasionante a la altura de 540:

- El Reino Suevo en Gallaecia

- Elementos autóctonos en la zona astur-cantábrica

- Ámbito exclusivamente hispanorromano en la Bética

- Dominación goda en la Tarraconense, Carthaginense y parcialmente en la Lusitania

- Zona de influencia transpirenaica: Septimania


De este modo, el proceso por el cual se van "ocupando", haciendo propios, todos estos territorios, es plural, lo que se traducirá en la conformación de espacios geopolíticos diferenciados que vivirán una pugna constante a lo largo de los años venideros.




La gestión de Teudis frente a francos y bizantinos

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Teudis, no lo olvidemos, era, como su antecesor, un ostrogodo. Y como tal, prosiguió la explícita política de tolerancia religiosa impulsada ya por Teodorico el Grande durante su regencia.

A este rey se debe la única codificación legislativa que conocemos entre Eurico y Leovigildo, una ley dada en Toletum -Toledo- en noviembre de 546 sobre los costes y gastos de los cotizantes, cuyo ámbito de aplicabilidad fue, al parecer -pues la cuestión no está, desde luego, del todo clara para los historiadores del Derecho hispanogodo-, estrictamente hispanorromano.


Pero la problemática del reinado de Teudis se centra, básicamente, alrededor de las cuestiones de política exterior en un doble frente: respecto a los francos en Hispania y a los bizantinos en África.


En 541, Teudis, se vio en la obligación de enfrentarse a los francos que, al mando de Clotario y Childeberto acuden a la Península por el mismo camino que siguieron los visigodos años atrás: tras ocupar la comarca de Pompaelo -Pamplona-, llegaron hasta Cesaraugusta -Zaragoza-, ciudad a la que pusieron sitio durante cuarenta y nueve días, según San Gregorio de Tours, quien, por otro lado, no explica en absoluto las razones que motivaron a los monarcas francos a llevar a cabo semejante incursión. Al parecer, Teudiselo, duque godo, bloqueó los Pirineos y forzó al invasor franco, tras derrotarle, a una huida que más bien, como apuntan todos los indicios, fue una auténtica masacre.



Museo de la Basílica Tardorromana de Ceuta

Pero el victorioso Teudis del año 541 no corre la misma suerte un año después, en su intento de acudir a África. Ya en 533 los godos, presintiendo el peligro bizantino, se instalaron en la Septem -Ceuta-. Empero, en 542, tras una sucesión de derrotas y victorias, y después de un ataque combinado por tierra y por mar de los bizantinos, Teudis, al fin, pierde la estratégica plaza norteafricana. Ello trajo como consecuencia más grave que quedara completamente desguarnecido el frente africano. Ya jamás, en los dos siglos que le restan de dominación peninsular, volverán los visigodos a pisar la otrora anhelada y valiosa tierra de África.

En una vertiente de los Pilares de Heracles, a la derecha del Estrecho, existía en tiempos una fortaleza sobre la costa llamada Septem, la cual fue edificada por los romanos en los primeros tiempos, pero siendo dañada por los vándalos permanecía postrada desde hacía algún tiempo. Nuestro emperador Justiniano la fortificó por medio de un muro y la puso en seguridad por medio de una guarnición. Pronto consagró a la Madre de Dios una muy notable iglesia, dedicando a ella el umbral de entrada al Imperio, y convirtiendo esta fortaleza en inexpugnable para todas las razas del género humano.

Procopio de Cesarea /
De Aedificis / Siglo VI




Teudiselo y Agila: un breve paréntesis

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Asesinado Teudis, accede al trono Teudiselo -aquel conde que arrojó a los francos en 541-, acerca del cual no se sabe, sino en virtud de una noticia fugaz de San Isidoro de Sevilla, que murió -también asesinado- un año después durante un banquete celebrado en Hispalis -Sevilla- cuando "encontrábase alegre". Lo curioso es en este caso, y al margen de la anécdota y de lo efímero de su reinado, que fuera la Bética el escenario de este nuevo magnicidio, pues constituye un indicio muy significativo que pone de manifiesto la preocupación de los godos por la romanizante provincia que les había forzado a trasladar la residencia habitual del monarca.

A Teudiselo le sucede Agila, que reinará un lustro, de 549 a 544, años, sin embargo, decisivos para la suerte de la Hispania goda, porque, no en vano, en el transcurso de los mismos tendrá lugar el desembarco de los bizantinos en la Península, hecho de consecuencias incalculables para el futuro inmediato del tembloroso Estado arriano.


El reinado de Agila, pues, se vertebra para hacer frente a dos graves problemas: el que plantea la Bética, que se rebela inmediatamente después de su entronización; y el derivado de la irrupción de Bizancio en escena. Ambos serían, bien mirado, las dos caras de una misma realidad.

Triente de oro de Recaredo / Córdoba / Siglo VI

Pero ¿por qué acaece la rebelión bética, que se inicia en Corduba -Córdoba- allá por 550? Aunque las razones concretas no están muy claras, todo hace pensar que se trata de un nuevo espasmo de la creciente conflictividad existente entre la religión y el Estado. San Isidoro nos ha relatado de forma escueta la cronología de la rebelión cordobesa que, según él, se llevaría a cabo simplemente "contra los godos", eso sí, sin que podamos con seguridad deducir de ella la existencia de un movimiento separatista bético. Cabe preguntarse, pues, si aquella se produjo contra el gobierno, contra el rey o contra los godos como colectividad, esto es, contra el poder opresor... En puridad, no se tiene certeza. De cualquier modo, lo que sí se puede confirmar es que la derrota de Agila es, estrepitosa, sobre todo si la contemplamos a través de sus trágicos resultados: la muerte de su propio hijo, la pérdida del Tesoro Real y la aniquilación del grueso de su ejército. El fantasma bético permanecería, en consecuencia, intacto, mientras que el fuego de la rebelión, permanentemente azuzado por el descontento frente a los godos, no lograría, por el momento, sofocarse...




El desembarco de los bizantinos en Hispania

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La intervención de los bizantinos en Hispania se encuadra, como ya se ha esbozado, en la política de restauración imperial impulsada desde Constantinopla por Justiniano, que pretendía hacerse con el control del Mediterráneo occidental. En los años anteriores al desembarco en Hispania, sus ejércitos, dirigidos por Belisario y Narsés, habían invadido el Reino africano de los vándalos y el Reino italiano de los ostrogodos. De este modo, para los bizantinos, en la Península se luchaba, asimismo, por recuperar unas tierras que habían pertenecido desde antiguo al Imperio Romano, así como para imponer la ortodoxia católica y -razón de no menos peso- para controlar los puertos del sur y del levante hispánicos, garantizando con su consecución la continuidad de unas rutas comerciales de suma importancia para la economía bizantina.

Baptisterio de Gabia Grande / Siglo VI / Granada .

Los bizantinos desembarcan en una Bética conflictiva y amenazadora en el año 551. Al frente de los mismos se encontraba el que fuera en otro tiempo prefecto de Arlés, Liberio... Pero, ¿cómo llegaron hasta aquí las tropas de Justiniano? ¿Vinieron reclamadas a instancias del rebelde Atanagildo, el derrotado en Corduba un año antes? ¿Lo hicieron respondiendo así a las demandas de los hispanorromanos de la Bética? Jordanes parece confirmar la primera de las hipótesis, mientras que San Isidoro de Sevilla se inclina por la segunda.

De algún modo, y sea como fuere, lo cierto es que se dan la mano dos disconformidades -un godo tiránico y los hispanorromanos béticos- y de ambas saca partido un tercer elemento, los bizantinos, que a partir de aquel momento se instalan, como una permanente amenaza, en la Bética.


Atanagildo se había recluido en Hispalis; Agila, por su parte, en Emerita -Mérida-, ciudad a la que, provisionalmente, convierte en capital del Reino y centro militar de operaciones decisivo. Por su parte, los bizantinos de Liberio, una vez en la capital Hispalense, unen sus tropas a las de Atanagildo, tras lo cual presentan batalla a Agila en las inmediaciones de la ciudad. La derrota del monarca godo, obliga a éste a retirarse de nuevo a Emerita, pero a partir de entonces el clima de guerra civil y de hostilidad interna no hace sino crecer. Hispania vive horas de caos, sin que, además, se sepa ni se atisbe con cierta claridad un vendedor de esta pugna. El gran perjudicado, en medio de aquella atmósfera tensa, fue el pueblo y, por decirlo de un modo más riguroso, el Estado, cuyo proceso de consolidación da en aquellos años dramáticos pasos atrás...


Entre tanto, el mal de los godos, denunciado por San Gregorio de Tours, hace de nuevo su aparición: los grandes de Agila le asesinan en Emerita y se pasan al bando de Atanagildo, quien, de tirano, pasa a convertirse en rey. Se salva así, de momento, la unidad, del mismo modo que, también de momento, se sale al paso de la emenaza bizantina, por cuanto las tropas de Liberio, aprovechándose del esfuerzo desplegado por las dos facciones, iba avanzando en su posesión territorial de forma inexorable.

Lápida del magister militum bizantino Comentiolus / Siglo VI / Museo Municipal de Cartagena

La zona que los bizantinos ocuparon en la Península comprendía parte del sur y el sureste, desde Carthago Spartaria -Cartagena- a Corduba e Hispalis, aunque esta última ciudad volvió pronto a poder de los visigodos. A poco de su elevación al trono, Atanagildo fijó su residencia en Toletum -quizá porque los bizantinos ocupaban entonces Hispalis- donde murió de muerte natural -conviene subrayarlo como dato infrecuente frente a los asesinatos que pusieron fin a las vidas de sus antecesores- en el año 567. Después de un tormentoso interregno, fue elegido rey en Narbona el duque de Septimania, Liuva I, elección, sin embargo, discutida por los cortesanos de Toletum, que propugnaban la candidatura de Leovigildo, hermano de aquel. La guerra civil se evitó a través de un compromiso entre ambos hermanos: Liuva asoció al trono a Leovigildo, nombrado duque de Toledo, y se convino que éste le sucedería a su muerte, ocurrida poco después -571-572-

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Teodora de Bizancio / Juan Antonio Cebrián
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Pasajes .de. la .Historia ./. Herencia. española

Mosaico de la emperatriz Teodora / Arte bizantino / 546-548 / Iglesia de San Vital / Rávena

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Himno de los Querubines / Siglo VI / Coro Bizantino de Grecia

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Maxime Kovalevsky
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6 comentarios :

Diana de Méridor dijo...

Monsieur, ha vuelto usted! Buenos ojos le vean. Pense que nos iba a dejar a medias con los godos, pero afortunadamente constato que no es asi.
Imagino que ha de estar mas que ocupado en estas semanas precisamente, es comprensible. Debe de estar deseando disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Yo me las tomare a medias durante los tres meses de verano, de modo que no asomaré por los blogs con la misma asiduidad, si quiero tener realmente una vida. Será epoca de desplazamientos y actividades al aire libre, no apropiada para estar mucho tiempo delante de una pantalla. Pero no abandonaremos por completo, solo reduciremos la actividad.

Buenas noches, monsieur, encantada de saludarle nuevamente.

Bisous

Jose dijo...

Es lo suyo, madame... Realmente la vida de verdad sólo existe más allá de estos mundos virtuales, muy divertidos y tal, así es, pero que no son sino meramente eso: un pobre..., paupérrimo..., me atrevería a decir, reflejo de la maravillosa realidad que en suerte nos rodea, ésa de la que nos olvidamos, o que no sabemos apreciar, tantas veces... Definitivamente, hay que airearse de vez en cuando para no acabar preso de la polilla que corroe la silla, sí, sí, jejeje...

Me satisface mucho, pues, que hayáis tomado esta sabia, como no podía ser de otro modo, decisión. Si os digo la verdad yo ya os noto los efectos de ese trajín estival que anunciáis, aun no habiendo alcanzado éste su cénit, supongo, claro... Entre otras cosas, os noto más alegre y comunicativa, más de lo habitual, esto es, obviamente. Debe ser por la influencia de los efluvios que emanan desde vuestra querida Francia, mi querida dama enmascarada... ; )

Por supuesto, encantado, y doblemente, ya os digo, también yo de teneros de nuevo en esta casa, que es la vuestra, ya lo sabéis...

Tened una muy feliz festividad del Corpus Christi, señora...

A vuestros pies eternamente.

Mil besos, mil...

Sergio dijo...

¡Saludos don José!

¿Que tal van las cosas? Yo en la época que estamos ya te podrás imaginar...


Bueno, hoy me has hecho darme cuenta de una cosa. En los muchos años de colegio e instituto, en Historia siempre había un lapsus oscuro entre la Iberia romana y la árabe, como si entre medio no hubiese pasado nada. Y nada más lejos de la realidad, las sucesivas idas y venidas, las luchas, los complots... ¡Aún más intrigante que el mejor de los guiones de Hollywood! Es una pena que generalmente no seamos conscientes de esa parte de nuestra historia.


xao

La Dame Masquée dijo...

Pues fijaos lo que son las cosas, monsieur, que estoy mucho menos alegre.
Cuanto mas rio, menos hablo :)

Primero me obliga el deber,pero pronto quedaré libre, y espero que el resto será placer.

Buenas noches, monsieur

Bisous

Jose dijo...

¡Hombre, Sergio! Como dice -más o menos- doña Diana: ¡dichosos los miopes ojos que te ven por ésta, tu casa...! : )

Por aquí todo bien, repito, más o menos... Supongo que, dadas las fechas, estarás muy liado, pero que también a ti te irá estupendamente. Espero, ejem, que los excesos derivados de las celebraciones del paso del ecuador y de las distintas fiestas de la primavera no te estén pasando factura..., o al menos no una que no se pueda abonar de uno u otro modo...

En fin, humildemente, me alegra mucho haberte sido mínimamente útil. Por lo demás, estoy bastante de acuerdo contigo. No, ni somos conscientes de nuestra historia, ni de nada, por desgracia... Así nos va... Si fuera sólo ese lapsus... Pero no, entre omisiones y manipulaciones... No hay más que ver a Manu Sánchez en Canal Sur, "la nuestra", o el spot de Cruzcampo para darse cuenta del follón mental colectivo que padecemos... ¡Ay, qué fatalidad, chaval!

Que te sea leve la jornada. No te olvides de darte un respiro de vez en cuando.

Hasta luego...

Jose dijo...

Vaya, madame, pues no sabéis cuánto siento haberme equivocado con mis impresiones... Lo siento de veras y deseo firmemente que pronto, muy pronto, os encontréis mucho más alegre. Por cierto, si os sirve de consuelo a mí me pasa algo parecido, es decir, que cuando río, cosa que hago constantemente, me atrevería a decir, y a pesar de los pesares..., no ya hablo menos, sino que directamente me es imposible emitir una sola palabra. Claro que por todos es sabido que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez : )

Alegraos, pues, madame, os lo ruego, y tened un fantástico arranque de fin de semana.

A vuestros pies eternamente.

Mil besos, mil...

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