martes, 15 de junio de 2010

LA ANTIGÜEDAD / Los godos / Leovigildo: el rey fuerte (I)






Leovigildo
Felipe.del.Corral../. 1765 .......
Plaza de Oriente / Madrid .......
















El rey fuerte (I)

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Con toda la razón puede Leovigildo arrogarse uno de los símbolos más expresivos de la soberanía romana y acuñar tremises de oro que proclaman el nacimiento de una nueva Hispania, esta vez con capital en Toledo.

A la firmeza del monarca se debe el triunfo sobre las tendencias disgregadoras y la reunificación de la mayor parte de la vieja provincia romana, coronada en el 585 con la conquista del Reino Suevo de Gallaecia.

En la era 606 -568 d.C.- Leovigildo, tomando el principado de Hispania y las Galias, determinó ampliar el reino con la guerra y aumentar el poder. Ciertamente, con la constancia y con el favor concordante del ejército, consiguió muchas preclaras victorias. Pues él mismo obtuvo a los cántabros, él mismo tomó Aregia, Sabaria fue vencida por él. También cayeron por las armas los muchos rebeldes de las ciudades de Hispania. E hizo huir en diversas batallas a las tropas de Justiniano, y ciertos castillos por ellos ocupados, los recibió luchando. Luego, a su hijo Hermenegildo, tirano de su imperio, cercado, le venció. Después llevó la guerra a los suevos y su reino lo transfirió con admirable rapidez al derecho de su pueblo, quedando dueño de la mayor parte de Hispania, pues la gente de los godos se comprimía en estrechos límites. Pero ofuscó en él el terror de la impiedad arriana, movida persecución a los católicos, relegó al exilio a muchos de los obispos. Mas fue pernicioso para muchos de los suyos, pues a cuantos vio nobilísimos y poderosísimos o les cortó la cabeza o les envió proscritos al exilio. Fue éste el primero que enriqueció el fisco y el primero que aumentó el erario con los despojos de los enemigos. Fue el primero entre los suyos que, cubierto con vestiduras reales se sentó en el trono, pues antes de él el hábito y el asiento eran comunes: como el del pueblo, así era el del Rey. Fundó también una ciudad en la celtiberia a la que, del nombre de su hijo, llamó Recópolis. / San Isidoro de Sevilla / Historia Gothorum

Trientes de oro con las efigies del emperador Justiniano (1) y de Leovigildo (2 y 3, acuñados respectivamente en Barcelona y Toledo) /.573-586./.Museo Nacional de Arte de Cataluña / Museu Nacional d'Art de Catalunya



La unidad visigoda
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Ya vimos con anterioridad el tema, absolutamente esencial, de las dos Hispanias que se dibujaban con bastante nitidez durante el reinado de Amalarico, lo que conducía a distinguir cinco espacios geopolíticos distintos en el ámbito del Estado hispanovisigodo y su instalación peninsular. Lógicamente, la problemática del fortalecimiento de la unidad visigoda pasaba, de manera inexorable, por un proceso de unificación territorial previo al de una posible institucionalización, aspecto éste de más vasto alcance que convergía con la espinosa y esencial cuestión religiosa, esto es, con la pretensión de que la unidad civil fuera fiel reflejo de una superestructura común.

Pues bien, en este contexto, la figura política del Leovigildo resulta de una grandeza poco común. Él, en efecto, va a lograr eliminar durante su reinado dos de los espacios en los que la autoridad real resultaba marginal: la Bética, de un lado, y el Reino Suevo, de otro...

Y además, va a intentar, con verdadero denuedo, aunque con suerte relativamente adversa, la eliminación de los otros dos ámbitos conflictivos, es decir, los bizantinos y los pueblos del Cantábrico: astures, cántabros y vascones. Si a ello unimos la drástica reforma monetaria que saca al país de la impasse financiera en que se encontraba, el panorama de su gestión no puede ser más favorable.



Iglesia de Santa María de Melque / Arquitectura visigótica / Siglo VII / San Martín de Montalbán / Toledo .




La Reforma político-administrativa de Leovigildo
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Leovigildo fue desde el principio absolutamente consciente de los errores cometidos por sus antecesores y del elevado precio que pagaron por ellos. Su máxima preocupación fue, de esta guisa, el robustecimiento del poder real, el afianzamiento de una monarquía cuyos pilares hasta el momento habían sido demasiado frágiles. En este sentido habrá de luchar con fuerza contra la soberbia de la nobleza goda, tendente a disminuir la intensidad del poder regio en favor propio.

La ardua tarea llevaba emparejada un proceso de reorganización político-administrativa, en virtud de la cual se revitalizaron las células, un tanto enmohecidas, de la complicada burocracia visigoda.

Fiado por encima de todo en su propia sangre, dividió el Reino en dos mitades, nombrando consortes -como les llamaba San Gregorio de Tours- de cada una de ellas a sus hijos; bien entendido, naturalmente, que no se trataba de ninguna cesión absoluta, sino del mero gobierno territorial siguiendo sus directrices. La medida, empero, no fue del agrado de los nobles visigodos, quienes a lo largo de su reinado se levantaron contra la autoridad de Leovigildo en varias y significativas ocasiones. La decisión del monarca fue tomada en 579, año en el que finalizan sus campañas bélicas durante la primera etapa de su reinado.

Dentro de ese mismo lapso debe situarse la reforma leovigildiana del Código de Eurico, cuya fecha de promulgación se desconoce. Aún cuando el Código, como tal, no ha llegado hasta nuestros días, sabemos de él porque muchos de sus artículos -324, exactamente- fueron incluidos por Recesvinto en el Liber Iudiciorum con el prefijo de "Antiqua". San Isidoro de Sevilla escribe a propósito de la reforma legislativa de Leovigildo que "corrigió todo aquello que parecía no haber quedado bien establecido por Eurico, agregando muchas leyes omitidas y quitando bastantes superfluas".

La ley posiblemente más conocida es la relativa a la abolición que pesaba sobre la prohibición de los matrimonios mixtos, condenados por el Código de Alarico con la pena capital. Se ha discutido mucho en torno al alcance de aquella ley, en la que se ha querido ver el afán leovigildiano por borrar las dos "nacionalidades" existentes en su reino. De hecho, lo que parece más probable es pensar en la ley como un refrendo de lo que en realidad venía sucediendo durante los útimos años. Thompson piensa, empero, que la ley "no formaba parte de un intento sistemático de unir a los dos pueblos de su reino", aduciendo que "conocemos varios casos de matrimonios mixtos en el siglo VI, cuando todavía eran ilegales, mientras que, cosa curiosa, se sabe muy poco a partir del siglo VII, cuando eran legales". La prueba, con todo, no es en absoluto significativa, por cuanto es mucho más lógica la posesión de documentos referidos a lo antiguo -la infracción- que a lo típico -la norma-.

Iglesia de Santa María de Melque / Interior .


"Que la mujer romana puede casar con el hombre godo, y la mujer goda pueda casar con el hombre romano"

El cuidado de los príncipes es entonces cumplido cuando ellos piensan del provecho del pueblo, y ellos no se deben poco alegrar cuando la sentencia de la ley antigua es quebrantada, la cual quiere departir el casamiento de las personas que son iguales por dignidad y por linaje. Y por esto quitamos la ley antigua y ponemos otra mejor; y establecemos por esta ley, que ha de valer por siempre, que la mujer romana puede casar con hombre romano. Y todavía que se pidan antes como deben. Y que el hombre libre pueda casar con una mujer libre cualquiera que le convenga por consejo, y por otorgamiento de sus parientes. / Fuero Juzgo / Del ordenamiento de las bodas


Las campañas bélicas de Leovigildo_____________________________________________________________________________

La restauración y unificación del Reino, sumamente alicortado desde los tiempos de Atanagildo, llevó a Leovigildo a una permanente acción bélica que convierte su reinado en uno de los más dinámicos de todo el período visigótico. Para seguir las campañas de Leovigildo puede arbitrarse un doble criterio, cronológico o geográfico, aunque ambos, de hecho, se superponen bastante.

Según todos los indicios testimoniales, el primer escenario donde movió su fuerza el monarca fue la Bética y sus aledaños bizantinos. La campaña coincide con la estancia de su hermano Liuva en el poder en la Narbonense. Juan de Biclara, obispo de Gerunda -Gerona/Girona- y cronista imprescindible para seguir los avatares del reinado, escribe, aludiendo al año 569, que el rey "devolvió sus antiguos límites a la provincia de los godos que, por diversas rebeliones, había quedado disminuida".

Semejantes palabras, tan ambiguas, no permiten deducir la existencia de una campaña aquel año ni, menos aún, localizar geográficamente su situación exacta.

¿Qué hay, pues, detrás de esa expresión, "provincia Gothorum"? Lo lógico es pensar que las palabras de el Biclarense son mucho más un resumen del reinado entero que una descripción de sus inicios.

De lo que si se tiene constancia, sin embargo, es de las campañas contra bizantinos, suevos y vascones. Atendamos, en consecuencia, a su desenlace en riguroso orden cronológico




Las campañas del Sur
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La primera campaña leovigildiana de la que se tiene cumplida noticia se fecha en el año 570 y se localiza en los límites fronterizos de la provincia bizantina de Spania. Juan de Biclara alude a un devastamiento de la Bastetania -Baza, Málaga- y explica cómo, después de su acción, se retiró a Toledo. Poco más se conoce, excepto que un año después las tropas del monarca toman por la fuerza Asidonia -Medina Sidonia-, matando a cuantos hombres la defendían. No se sabe a ciencia cierta si tomó o no Baza, aunque existen sospechas fundadas para creer, efectivamente, en ello. Pero, desde luego, nada indica que prosiguiera su avance ni, mucho menos aún, que se aproximase a la zona malacitana. Su ataque a los bizantinos debió, pues, limitarse al interior, respetando, ya por temor, ya por cautela, las zonas del litoral. De todo ello cabe, en suma, deducir un éxito, limitado ante la provincia bizantina que, en rigor, fue prácticamente desestimada por Leovigildo, tras algunas escaramuzas, ante la dificultad de combatir en varios frentes.




Tenante de altar visigodo


...... Arenisca ./ 100,3 x 43 x 43 cm.
...... Sevilla
./ .Siglos VI al VII. d. C.
...... Museo Arqueológico de Sevilla







Pero si el éxito no le sonrió ante los bizantinos, no puede decirse lo mismo de su campaña cordobesa del 572, provocada por una rebelión campesina, un espasmo más de los muchos a que tenía habituados la Corduba -Córdoba- del siglo VI. Según parece, el año señalado por Leovigildo toma Córdoba por sorpresa y, con ello, deja claramente dominada la actual Andalucía Occidental.




Las campañas del Noroeste
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Hacia 573, concluida ya la pacificación del Sur occidental, Leovigildo vuelve su mirada hacia el Noroeste, donde la cercanía de los suevos llevaba constituyendo un serio problema de revueltas constantes. Aquel mismo año, el Biclarense cuenta cómo el rey godo entra en Sabaria, devastando sin piedad los territorios de los sappi. Localizar ambos, región y pueblo, no es tarea fácil con los escasos datos de que se dispone. Todo parece indicar, empero, que se trata de una zona y un pueblo astures.

Un año más tarde el Biclarense vuelve a proporcionar datos fehacientes:

(Leovigildo) entra en Cantabria, mata a los invasores de la provincia, ocupa Amaya, se apodera injustamente de sus recursos (de los cántabros) y somete a la provincia a su autoridad.
En su célebre Vida y milagros de San Millán, San Braulio de Zaragoza hace expresa alusión a aquella campaña leovigildiana de 574.

En este mismo año, en los días de cuaresma, le fue revelada (a San Millán) la destrucción de Cantabria. Por lo cual envió a un mensajero para que les ordenara que reunieran su asamblea el día de Pascua. Se reúnen al llegar esta fecha. Él les cuenta lo que había visto (...). Un cierto Abundancio dijo que el Santo había perdido el juicio a causa de su vejez. Pero éste le anuncia que experimentaría por sí mismo la destrucción. Los hechos que sucedieron después vinieron a probarlo, pues Abundancio fue muerto por la espada vengadora de Leovigildo...



Arca relicario de San Millán







Relieve de la conquista de Cantabria por Leovigildo / Marfil / Arte Románico / Real Monasterio de San Millán de Yuso / San Millán de la Cogolla / La Rioja / Siglo XI / Museo Arqueológico Nacional



Comentando ambos testimonios, Marcelo Vigil y Abilio Barbero verifican una serie de datos de sumo interés:

La vida de San Millán, aunque llena de elementos fantásticos, sirve, con todo, para informarnos de que los cántabros, en el momento del ataque visigodo, se gobernaban por sus propias asambleas y no estaban completamente cristianizados. Es interesante observar que tanto Juan de Biclara como San Braulio coinciden en que Leovigildo atacó a los cántabros injustamente y a traición. Esto quiere decir que los cántabros eran independientes y que Leovigildo tomó la iniciativa en el ataque para conquistar su territorio.

Fue, pues, según parece, el afán expansionista de Leovigildo el que motivó, sin que mediasen razones de peso, aquel avance hacia los "independientes" pueblos del Noroeste. Ciertamente, a corto plazo, las campañas del 573 y 574 fueron bastante eficaces. Pero, de hecho, la tendencia independentista y refractaria a la autoridad central de cántabros y/o vascones era tal que Leovigildo deberá volver a la zona unos años más tarde, en 581, con éxito indudable, pero no menos provisional. Las campañas del Noroeste serán, así, un frente permanente y, de algún modo también, una permanente frustración.




Acercamiento a Gallaecia. La paz inicial con los suevos
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El año 575, apenas sin ninguna interrupción, Leovigildo, dispuesto a no dar tregua a cuantos se opusieron a su autoridad, penetró en las montañas orensanas, y tras hacer prisionero a Aspidius, señor del territorio, se adueñó por la fuerza de toda la región. El Biclarense y San Isidoro de Sevilla relatan la rápida campaña como un éxito fulminante, aludiendo, entre líneas, al apoyo que los suevos prestaban al noble Aspidius.

Semejante ayuda es, si bien se mira, y relacionándola con algunos hechos posteriores, muy verosímil. En efecto, ya en 574, Miro, el rey suevo, había intentado, sin éxito, enviar embajadores solicitando ayuda a Gontrán, rey de los francos.

Sin duda, estimulado por lo que podía ser un peligro, y consciente de la debilidad que aquejaba al Reino Suevo, Leovigildo viola su frontera y penetra en el mismo. Pero la penetración tiene un carácter fugaz, episódico, y al poco tiempo, Miro y Leovigildo firman una paz que restablece los límites fronterizos anteriores.

Iglesia de Santa Comba / Arquitectura visigótica / Siglo VII / Bande / Orense / Ourense .

Es probable, como piensan la mayor parte de los historiadores, que noticias llegadas del Sur le obligasen a interrumpir su campaña contra los suevos. De cualquier forma, lo cierto es que en 575 abandona Gallaecia, aunque no para descansar. Aquel mismo año atraviesa la zona oriental de la Orospeda -Sierra Morena-, entre Guadix y Baza, y toma, una a una, las ciudades de alrededor.

La causa de su acceso debió ser una súbita rebelión, tal vez alimentada con la ayuda bizantina. Tras tomar la Orospeda, que a partir de aquel momento queda controlada para siempre, Leovigildo regresa a Toledo, aun cuando algunos historiadores hablan de una sublevación levantina, que se extendería por la Narbonense en el mismo 578. Tal rebelión, empero, parece más una entelequia que una realidad incontrovertible.




Balance de la primera década leovigildiana
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En 578, pues, Leovigildo pone fin por el momento a sus campañas bélicas. Ha sido su primera década como rey, años de un dinamismo sin precedentes y, también, de un éxito infrecuente. Aquel mismo año, Leovigildo funda, según nos indica el Biclarense, Recópolis. Es la primera ciudad hispana fundada por un monarca visigodo.

Hallábase situada a unos cincuenta kilómetros de la actual Guadalajara, al sur del pueblo de Zorita de los Canes. La ciudad fue construida sin escamotear gastos, con grandes murallas y todo tipo de servicios, concediendo el rey amplios privilegios a sus moradores.

Recópolis fue para Leovigildo, en cierto modo, el signo externo de su éxito, de su poder, de su grandeza. Thompson analiza la tendencia a la fragmentación en la época anterior y, tras ello, establece el siguiente balance de aquella década triunfal.

(...) a los diez años de haber subido al trono Leovigildo, todas las revueltas habían sido definitivamente sofocadas, y todo el territorio que había sido antes visigodo era gobernado de nuevo por Toledo. El rey había combatido a los bizantinos, no sin cierto éxito. Había atemorizado a los suevos. La frontera con los francos permanecía tranquila. En 578 había, pues, resuelto, sus más urgentes problemas militares y no se sabe de ninguna campaña a partir de ese año. No sólo los rebeldes, sino también los usurpadores en potencia, habían sido eliminados; pues se mostró inexorable con sus oponentes de dentro del Reino...

Recópolis / 578 d.C / Zorita de los Canes / Guadalajara .

Los métodos de Leovigildo fueron, desde luego, drásticos, cuando no implacables. Pero después de los años de debilitamiento anterior de la autoridad real se hacía necesaria aquella actuación. Leovigildo había logrado, tras diez años de permanente actividad, una cosa absolutamente imprescindible y decisiva en aquel momento: dotar de credibilidad a la monarquía visigótica.

A partir de aquel momento están trazadas las líneas maestras por las que debe discurrir la institucionalización, en el terreno político, del quebradizo Estado visigodo. Leovigildo era, en cierto modo, el gran arquitecto, el gran diseñador del edificio hispanogodo. Y, de hecho, ni la dramática guerra civil que el país va a vivir al cabo de unos años dará al traste con la trascendental obra de cimentación emprendida por el monarca.

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El Reino Visigodo a finales del siglo VI

La enigmática ciudad de Recópolis


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Suena: Chevaliers de Sangreal

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2 comentarios :

Sergio dijo...

Me acuerdo de cuando pusieron ese video sobre Recópolis en los primeros tiempos de Cuarto Milenio. Muy interesante este rey visigótico, como ya te he dicho muchas veces es una pena que no nos hablen de esto en las escuelas.

Y una canción genial esta de El Código da Vinci!!!


Saludos

Jose dijo...

También es una pena no haber dado con otro video mejor sobre Recópolis, pero...

En cuanto al tema que suena, pues estoy totalmente de acuerdo contigo. Bajo mi humilde punto de vista, es de lo poquito que se puede salvar de ese pestiño de película, basada, como no podía ser de otro modo, en la homónima obra del señor Marrón, con perdón...

Que tengas una muy feliz velada.

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