miércoles, 4 de noviembre de 2009

- MÚSICA PARA BIEN MORIR II / El jardín de las delicias

Francisco Ayala García-Duarte / Granada 1906 - Madrid 2009

.... Tras esta larguísima temporada de lluvias y vientos, hoy ha sido por fin un día que bien puede llamarse de primavera: un día hermoso. Ya al abrir los ojos me había saludado desde la ventana esa primavera nueva con el plácido oscilar de una rama tierna; y luego, ni sé cómo, la mañana entera se me fue volando hasta la hora del almuerzo. Tenía que salir a primera hora de la tarde; venciendo la deliberada pereza en que había estado distraído, debí ir al centro, esforzarme por despachar ciertas gestiones fastidiosas inaplazables. Pero, contra lo previsto y temido, todo se me resolvió en seguida con rara facilidad; y ya sin más nada que hacer, me eché a andar por esa Quinta Avenida que durante el interminable invierno apenas si había recorrido alguna vez que otra y siempre a toda prisa. Ahora ¡qué felicidad!, con un sol tan claro, bajo un cielo tan azul, en una atmósfera tan fresca, me parecía estar saliendo no sólo de este invierno último, sino de muchos inviernos acumulados, de muchos años atrás, como si un viento súbito y muy alegre volviera las páginas del calendario de mi vida y, cancelando el tiempo, me asomara otra vez a un mundo recién hecho para ofrecerme promesas infinitas.

.... Que este retroceso era una sensación engañosa y demasiado fugaz ¿quién hubiera podido ignorarlo? Bien sabía yo que lo vivido no se anula y cuán lejos quedaba aquella juventud mía cuyo eco tardío intentaba ahora animar falazmente la cansada sangre en mis venas. Pero ¿por qué no entregarse siquiera de momento, medio entornados los ojos, a la amortiguada delicia?, ¿por qué no? Era un juego de expectativas mentidas, pero un juego sin riesgo, y a él me entregué.

.... Pasaban junto a mí, dejándome envuelto en sus oleadas de perfume, mujeres resueltas y sonreídas, muy jovencitas algunas, todas seguras de sí mismas con una especie de insolencia; pasaban a mi lado gentes diversas, enérgicas, llenas de vida. Y esa vida que me envolvía, me embriagaba un poco con su densidad, y hasta me quitaba las fuerzas.

.... Cerca del parque, me detuve ante la vitrina de una joyería, y recuerdo que, medio fascinado por el esplendor romano de las alhajas, reparé, sólo entonces vine a reparar, en el nombre famoso del joyero: Buccellati. Y en seguida, de un salto, como llevado en volandas, me reencontré a mí mismo parado en la vía Condotti desde cuya acera los ojos de mi imaginación se deslizaron hacia la escalinata de la Piazza di Spagna cubierta de flores y de turistas. Pero esta visión, esta fuga, no había de durar sino un instante: la Quinta Avenida, aquí en Nueva York, tenía hoy una realidad demasiado intensa, y muy pronto volvió a tirar de mí, a recogerme poderosamente.

.... Otros escaparates iban a engancharme todavía al paso. Andaba despacito, no tenía prisa ninguna, me sobraba el tiempo. Estuve un buen rato frente a una tienda de instrumentos musicales y me divertí en leer las cubiertas de los discos, en comparar sus estilos y colores. Allí figuraban —y no podían faltar, claro está— los grandes nombres, los Bach y Mozart y Beethoven de siempre; y también los modernos más en boga; y algunos clásicos del jazz y los blues. Pero lo que me entretenía a mí era repasar los títulos de una colección recién lanzada: la serie de Music for... "Música para una tarde de lluvia", "Música para hacer gimnasia", "Música para el desayuno", "Música para su corazón abandonado"... "¡Qué absurdo! —pensaba yo, y al pensarlo me inundaba una ironía indulgente—. ¡Qué absurdo! Pero —continuaba luego mi pensamiento—, pero después de todo, ¿por qué, absurdo?, pues —reflexionaba— la música ¿para qué no servirá? ¿A qué no podrá ayudar la música? De modo que, después de todo, tan absurdo no es. Música para pasear por la Quinta Avenida, Música para un día de perfecta primavera. Música para...".

.... En fin, uno se cansa pronto, y más en un día así, de primavera perfecta. La mucha felicidad fatiga más a veces que el trabajo. Me volví para casa y, perezosamente, empleé el resto de la tarde repasando papeles viejos, tomando algunas notas, leyendo y, también, recordando tal o cual perfil de tiempos pretéritos que acudía de improviso, fantasma no siempre grato, a insinuarse en mi memoria. Estaba cansado, me sentía cansadísimo, y no tardé mucho en acostarme. Casi de inmediato caí dormido.

.... Pero ahora mismo, he aquí que me despierto sobresaltado. Miro el reloj: aún no es media noche. ¿O será que ese reloj no anda? Veo brillar entre las rendijas de la ventana el azul eléctrico de un relámpago, y a poco se oye descargar el trueno. Algún otro trueno habrá sido, de seguro, lo que a tales horas y con tanto sobresalto me ha sacado del sueño. ¡Tormenta! Después de un día tan hermoso, la tormenta. Ahora comprendo por qué esta ansiedad que me oprime. Esta angustia. ¡Qué oprimido me encuentro! Como si tuviera el corazón de plomo.

.... Para buscar alivio, alargo la mano y pongo a funcionar a tientas la radio que tengo junto a mi cama. La radio... (Quizá no lo crean quienes viven en compañía, bien apretados por el abrazo del mundo; pero quienes no somos ya sino un cabo suelto, el solitario, el anciano, el neurótico, el corazón abandonado, muchas veces, ridículo parecerá, pero es en la radio donde hallamos alguna compañía; ella es nuestro único recurso. Cuando uno se desvela durante la noche, y no consigue volverse a dormir, y los peores pensamientos lo atosigan, y, ¡nada!, no logra dormirse, y sin embargo, se siente agotado y se da vueltas en la cama, y le duelen los ojos, y rebulle entre las sábanas sin saber cómo ponerse, un poquito de música en la radio, ¡qué duda tiene!, puede apaciguarlo y hasta, por último, ayudarle a reanudar el sueño. Y aunque no se duerma, de cualquier modo el escuchar la radio es para él como entrar en contacto con todos aquellos que, por una razón u otra, están velando a esas horas; es tropezarse con una mano en la oscuridad y agarrarse a ella). Pongo, pues, a funcionar la radio, y no tarda en dejarse oír una voz suave, muy suave y muy grave, que está hablando de reposo anhelado y de eterna dicha. Un acento varonil, pero dulce, que infunde confianza infinita, y que viene fundido con las notas de un órgano, a la vez también íntimo y solemne. Notas fluidas, aunque densas, que se deslíen dentro de la lentísima corriente sonora. Apenas si alcanzo a percibir el sentido de las palabras que medio sumergidas flotan en la espesa masa musical. Sólo cuando su caudal se remansa y por un momento queda como detenido, la expresión "verdes praderas", o "ríos tranquilos", o "el bien prometido", o "maravillosa esperanza", permanece en mi conciencia un instante antes de desvanecerse en el olvido.

.... "Las lágrimas de las cosas —me parece que ha dicho esa voz confortadora— ocultan apenas una sonrisa de inviolable serenidad". Pero ¿qué quiere decir con eso? No ha añadido nada más; y ahora, también la música del órgano se extingue en unas notas de misterioso desmayo.

.... Tras breve pausa, otra voz muy distinta anuncia con énfasis profesional: "Acaban de escuchar ustedes la nueva grabación Music for the moment of Death (Música para la hora de la muerte) como una primicia ofrecida a nuestros radio–oyentes por cortesía de esta emisora. Pertenece el nuevo disco a la popularísima serie Music for... que aspira a cubrir las fases más importantes o significativas de la existencia humana, y cuyos éxitos últimos: Música para tener un baby (preferentemente, varoncito), y sobre todo el eficaz Música para reconciliarse consigo mismo, son una adquisición de valor permanente para todo hogar moderno. En cuanto a la grabación que ahora se lanza al mercado...".

.... Francisco Ayala / 1971

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.... Francisco Ayala vivió todo el siglo XX y los comienzos del XXI y lo hizo en su integridad, en todo lo que hubo de ilusiones y grandeza, pero también en lo que hubo de miserias y de violencia.

.... Fue siempre un luchador demócrata y una víctima de las consecuencias de su lucha: conoció la tragedia de la guerra y el exilio. Gran defensor de la democracia liberal desde su juventud, él no sólo se mantuvo firme contra los totalitarismos nazi y fascista, sino también contra el comunista. A quienes defendemos la democracia, su ejemplo nos ilumina.

.... Como escritor, Ayala fue autor de una obra muy vasta con grandes logros, sobre todo, como novelista y ensayista. Abierto a la modernidad y gran lector de los clásicos, se instala en la mejor tradición española.

.... También resultó ser un gran traductor, pues dominaba varias lenguas, y a él se deben, por ejemplo, algunas espléndidas traducciones de Thomas Mann ("Carlota en Weimar"), Rainer María Rilke ("Los cuadernos de Malte Laurids Brigge"), Stefan Zweig ("Lorenzo y Ana") o Alberto Moravia ("La romana")... Como profesor universitario, puede considerársele uno de los fundadores de la sociología española moderna. Asimismo fue un gran promotor de la cultura de nuestro tiempo a través de diversas empresas literarias, como la revista "Realidad". Gracias a él -pues consiguió un patrocinio de la Universidad de Puerto Rico- Julio Cortázar pudo dedicarse durante dos años a traducir a Edgar Allan Poe.

.... Persona de gran curiosidad, siempre generosa y viva hasta el final, Francisco Ayala no deja adversarios, sino que cosecha el reconocimiento general: van a echarle de menos tirios y troyanos.

.... Un demócrata cabal / Mario Vargas Llosa / ABC / Miércoles, 04.XI.09

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.... Un día caminando con Ayala por la Gran Vía, no hace muchos años, me dijo con su característica ironía: "Espero que no se hayan olvidado de mi". Yo me quede muy sorprendido pero noté en su rostro mucha nostalgia y melancolía por ser el último robinson de su generación que permanecía afortunadamente entre nosotros. Ayala era una persona crítica, rigurosa pero con una ironía y un sarcasmo que lo rejuvenecían.

.... Siempre interesado por el cine, era un asiduo de las proyecciones de su vecino Círculo de Bellas Artes. Visitante de sus exposiciones, al tanto de los conciertos, de las obras teatrales, nunca, a pesar de su edad que avanzaba sin cesar, dejó de estar al día del mundo intelectual y político que lo rodeaba. Él ya lo había sido todo y consideraba que no tenía nada más que decir, aunque todos lo animábamos a que siguiera opinando e influyendo con su magisterio.

.... De Ayala hablará mucha gente como testigo excepcional de todo un siglo europeo y español como fue el siglo XX lleno de conflictos y terrores pero él fue, sobretodo, un intelectual. Una persona que creyó que la Cultura y la Educación era esenciales para el desarrollo del ser humano aunque también, como otros intelectuales de su tiempo habiendo asistido al nacimiento y al desarrollo del nazismo en Alemania, se preguntó cómo un país como aquel en lo más alto de la gran Cultura había sido capaz de llevar a Europa a una guerra terrible. Y también vio claroscuros en el mundo soviético carente de libertad.

.... Ayala fue un gran narrador que entendió muy bien las vanguardias de entre guerras y cultivo una prosa vanguardista y, posteriormente, también una prosa de reflexión. Fue también uno de nuestros más grandes ensayistas y su figura literaria ha sido un ejemplo a seguir por todos nosotros. Yo siento su muerte como la de un gran maestro y un gran amigo que supo ser digno en cada uno de los momentos de su vida y que trató de enseñar y de ayudar a generaciones de estudiantes tanto en España como en América y en los Estados Unidos.

.... Un verdadero intelectual / César Antonio Molina, escritor y ex Ministro de Cultura / ABC / Miércoles, 04.XI.09

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.... Suena : Granada / Suite Española / Isaac Albéniz / 1886

4 comentarios :

Diana de Méridor dijo...

Que triste ese "espero que no se hayan olvidado de mí". Creo que sus aprensiones estaban un poco justificadas, y parece que uno tenga que morirse para que le vuelvan a prestar atencion.

Fue una larga vida la suya, y ademas muy digna. Lo mejor que se puede decir.

Descanse en paz don Francisco.

Bisous, monsieur

Jose dijo...

Bueno, al parecer, según se desprende de las palabras de don César Antonio, o eso he entendido yo..., las de don Francisco no pretendían despertar solidaridades de ninguna especie ni por parte de nadie, sino que estaban envueltas en la fina y sabia ironía que le caracterizaba, tan propia de su hermosa y culta tierra, por otra parte... En cualquier caso, comprendo lo que entiendo queréis decir, madame, y estoy plenamente de acuerdo con vos... Así es, doña Diana, su valiosa vida fue ejemplar en todos los sentidos...

Descanse en paz.

Tened un muy feliz y fructífero día... Por cierto, os recuerdo que aún estáis a tiempo de coger un vuelo con destino Sevilla :)

A vuestros pies eternamente.

Mil besos mil...

canalsu dijo...

Ha conseguido en un siglo lo que la impaciencia, la vanidad, nos pide al momento. Además, lo cuenta como Dios.

Jose dijo...

Así es Canalsu... Tú, permíteme que aproveche la ocasión para comentártelo, a tu modo, también lo cuentas de una forma que me parece, cuando menos, genial... Enhorabuena por tu trabajo.

Un cordial saludo.

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