martes, 20 de octubre de 2009

- LA ANTIGÜEDAD / El mundo prerromano

... Tapiz de la Batalla de Zama / Detalle1 .
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Realizado por encargo de María de Hungría 2...
Boceto de Giulio Romano / Renacimiento.....
Bruselas / Hacia 1544.....
Palacio Real de Madrid.....


El epitafio cartaginés
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Quienquiera que creyese, ¡oh soldados míos!, que sois traídos aquí solamente para combatir a una ciudad, ese tal más echará de ver la fatiga y trabajo vuestro, que el provecho verdadero de esta empresa. Bien es verdad que vosotros combatiréis las murallas de una sola ciudad, mas conquistándola a ella habréis conquistado a toda España. Aquí están los rehenes de todos los caballeros, de todos los señores, y de todos los pueblos de España. Estos estando en vuestro poder, luego nos pondrán en nuestras manos todo aquello que ahora es de los cartagineses africanos. Aquí está todo el dinero de los enemigos, sin el cual no pueden sustentar la guerra, por hacerla con soldados extranjeros y mercenarios; y a nosotros aquel dinero será de gran importancia para granjear los ánimos de los españoles. Aquí están las armas, las máquinas y todo el aparejo de guerra con que nosotros nos armaremos, y ellos quedarán despojados. Ganaremos ultra de eso una ciudad bellísima y riquísima, y muy cómoda por la oportunidad de tan buen puerto. Aquí estaremos proveídos por mar y por tierra de todas las cosas necesarias a la guerra, que será para nosotros de gran abundancia, y para ellos de gran carestía. Ésta es la roca y fortaleza suya; éste es su granero y su bodega; la cámara pública del dinero; la atarazana y almacén de todas provisiones; éste es el pasaje y escala para los que vienen de Berbería; ésta es la posada entre los montes Pirineos y Cádiz; y de esta parte carga toda España sobre el África. Y pues yo sé que todos estáis a la orden y muy prontos, vamos animosamente con todas nuestras fuerzas a combatir la Nueva Cartago.

Arenga de Escipión a sus legiones ante las puertas de Qart Hadasht 3 4 / Tito Livio


Tras la batalla de Zama -202 a.C.- Escipión el Africano contempló absorto lo que quedaba del ejército de su rival Aníbal.


En esos momentos de euforia el militar romano fue consciente de que con su ofensiva ibérica y la sangre derramada por sus soldados en el norte de África había escrito el epitafio del rival cartaginés.

Zama le otorgaba los honores del triunfo y todo lo necesario para consolidar la primacía itálica en el Mediterráneo occidental.


Ciertamente no se puede por menos de admirar el talento, el valor y la pericia de Aníbal en acamparse, al considerar el número de años que mantuvo la guerra, las batallas generales y particulares que dio, los sitios de plaza que puso, las ruinas de ciudades que ocasionó, las difíciles coyunturas en que se vio, y, en fin, el cúmulo de propósitos y operaciones que excogitó en el espacio de dieciséis años continuos que llevó las armas contra los romanos dentro de Italia, sin dejar de tener jamás sus tropas a campo raso. Ni se puede dejar de aplaudir el que, como sabio gobernador, supiese mantener obedientes y observar tan exacta disciplina a sus tropas, que jamás se excitase alboroto ni entre sí mismas ni contra su persona. No obstante que su ejército se componía, no digo de una nación, sino de un conjunto de pueblos, africanos, españoles, celtas, fenicios, italianos y griegos, entre quienes no mediaba ley, costumbre, lenguaje u otro vínculo de naturaleza; con todo, su astucia hizo que tantas y tan diversas naciones se redujeran al mandato de un solo jefe y obedeciesen a una sola voluntad; y eso que no le fue siempre una misma la fortuna, pues aunque muchas veces le sopló favorable, algunas la tuvo adversa. A la vista de esto, con justa razón aplaudirá cualquiera la habilidad de Aníbal en el arte de la guerra, y podrá proferir sin reparo, que si después de haber empezado sus expediciones en las otras partes del mundo, por remate hubiera ido a Roma, no le hubiera desmentido ninguno de sus proyectos; pero como comenzó por donde debiera haber terminado, allí tuvieron cuna y sepulcro sus empresas.

Polibio / Historia Universal / Tomo II / Libro XI





Juan Antonio Cebrián / La rosa de los vientos .......
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1.- Los elefantes, enloquecidos por la batalla, atacan al propio ejército del que forman parte

2.- María de Habsburgo, hija de Juana I y Felipe el Hermoso y hermana del emperador Carlos
3.- Cartagena / Región de Murcia
4.- Traducción: Francisco Cascales / Siglo XVI


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Suena: The Battle / Hans Zimmer / 2000

2 comentarios :

Diana de Méridor dijo...

Ahi se ve el carisma de un verdadero lider, al ser capaz de aunar pueblos diversos, una amalgama que hubiera sido indomable para cualquier otro.
Apasionante batalla la que nos trae hoy, monsieur. Llevo un rato deleitandome en los detalles de las imagenes ademas de en el texto.
Me pierden los tapices!

Feliz martes, monsieur

Bisous

Jose dijo...

Así es, madame... De acuerdo en todo, en lo que respecta al líder y también a los tapices. A propósito, supongo recordáis lo que os comentaba hace unos días a cuenta de Flandes, ¿no...? Pues lo reitero. He aquí una muestra más, hermosísima, de lo que entonces os decía...

Tened vos también una muy feliz y fructífera jornada, Doña Diana, aunque, eso sí, pasada por agua.

Siempre a vuestros pies.

Mil besos, mil.

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