RECAREDO | Sefarad |
1.- Escisión o división de la nación en función de la aceptación o el rechazo del esquema de valores religiosos impuesto.
2.- Aparición de grupos de marginados religiosos.
3.- Aparición y florecimiento de amplios sectores de "enemigos" de la religión.
4.- Catolicismo sociológico predominante -que podría calificarse asimismo como cultural, de no ser por las connotaciones que la expresión tiene dentro del contexto analítico del fenómeno religioso-, esto es, una religiosidad aceptada y practicada como parte integrante de la cultura de la sociedad. Dudar sobre su existencia no tiene apenas sentido, ya que en el caso hispanovisigodo se presenta de una forma nítida.
Pero ese mismo catolicismo sociológico no exime de la aparición de grupos marginales religiosos -tal es el caso, institucionalmente, de los judíos- y de desviaciones heréticas alimentadas en su dramatismo por el contexto cerrado en que la expresión público-religiosa se desenvuelve.
En efecto, la fusión del arrianismo y el catolicismo, llevada a cabo a costa de sacrificar el primero, obliga al Estado hispanovisigodo a crear un chivo expiatorio en el que descargar las iras de una tensión religiosa nada soterrada. No cabe duda alguna acerca de que este papel, no deseado -obviamente-, pero imprescindible, lo desempeñara la comunidad judía hispanovisigoda -la gran perjudicada-, que va a ser de esta suerte utilizada funcionalmente para mantener y conservar los mecanismos de solidaridad socio-religiosa de los que el Estado precisa.
La historia del pueblo judío en España está plagada de persecuciones desde los tiempos más antiguos, como muestra esta consecuencia del paso de la monarquía arriana al catolicismo. Pero no se debe perder de vista que los judíos han detentado en muchos momentos de la historia el poder económico, y eso hacía que las iras del pueblo se pudieran dirigir hacia ellos con suma facilidad. Por lo demás, esta animadversión hacia ellos impulsará la creación de un partido judío promusulmán que triunfará con la invasión árabe de la península Ibérica en 711. |
En función de tales circunstancias, los obispos que participaron en el III Concilio de Toledo hicieron explícita su escasa apertura hacia la minoría hispanojudía en una serie de prohibiciones, a saber:
1.- Ningún judío podía casarse con una cristiana y, en cualquier caso, el hijo de ambos debía ser inmediatamente bautizado.
2.- Ningún judío poseía el privilegio de comprar esclavos cristianos.
3.- Ningún judío podía ostentar un cargo público en virtud del cual pudiera castigar la infracción cometida por un cristiano.
Al margen de éstas, destinadas exclusivamente a dicho sector de la población, el resto de las decisiones adoptadas por los obispos y ratificadas después por el Rey a través del Edicto, se podrían clasificar del siguiente modo:
a) Medidas relativas a la celebración de los sínodos provinciales. Cabe destacar de entre ellas que, finalmente, "en vista de lo largo de los viajes y de la pobreza de las iglesias españolas", únicamente se convocaría una reunión anual, si bien lo preceptuado era celebrar dos sínodos provinciales al año.
b) Medidas acerca de la moralidad, como aquella en virtud de la cual se obligaba a separar a los clérigos de las mujeres que pudieran infundir a la colectividad "infamantes sospechas", las cuales -se añade- deberían ser vendidas en calidad de esclavas; o la prohibición de casar con ninguna mujer -virgen o viuda- que hubiera hecho voto de castidad, bajo sanción de exilio y pérdida territorial.
c) Medidas orientadas al castigo de la desobediencia de los clérigos y al mantenimiento de la disciplina eclesiástica bajo pena de excomunión a los infractores.
(1) Aunque su traza actual data de 1576, sus orígenes se remontan al período visigótico. La primera de sus denominaciones se debe al hecho de que a través de esta puerta se accedió hasta el siglo XV a la antigua judería toledana
HOY SUENA | |
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2 comentarios :
¿Que tal, Jose? Veo que has inicidado ya la actividad blogueril. Acabo de leer las dos entradas en la que retomas el tema de los godos en Hispania y me quedo con la importancia del Concilio de Toledo, como garente de la unidad religiosa y el intento de fusión de ambas culturas. Veremos lo que deparó esta situación algo forzada. Un cordial saludo.
La trascendencia de aquel concilio fue, sin duda, innegable, aunque no todas las consecuencias, como vemos y veremos más adelante, pueden considerarse positivas, como no podía ser de otro modo, claro...
Repito, que tengas uan muy buena tarde, Paco.
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