miércoles, 27 de octubre de 2010

LA ANTIGÜEDAD / Los godos


Miércoles, 27 de octubre de 2010




Recaredo y otros asistentes al III Concilio de Toledo Códice Albeldense / 976 d.C. / Miniatura / Página 145 Biblioteca del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial




RECAREDO

La reacción arriana



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Pensar que, en virtud del III Concilio de Toledo, la conversión al catolicismo fue total e inmediata entre la población goda es una absoluta ingenuidad. Muy al contrario, y lógicamente, fueron muchos los que defendieron su fe antes y después del año 589.

De hecho, según consta en las actas conciliares, sólo ocho obispos arrianos -cuatro godos y cuatro suevos- abjuraron de su religión durante el transcurso de la Asamblea toledana. Y aunque junto a ellos lo hiciera un gran número de clérigos, amén de los más destacados nobles godos, lo cierto es que quedaba aún por recorrer un largo trecho hasta lograr la auténtica y sincera unificación religiosa dentro del Reino.

En este sentido, como ha señalado Thompson, resulta sorprendente y aún paradójico, comprobar como, siendo el reinado de Recaredo el que casi con seguridad arroja mayor índice de revueltas y rebeliones internas del período, éstas tienen un carácter marcadamente privado, y, por consiguiente, fueron de fácil solución.


La rebelión de Argimundo

Mientras el ortodoxo (rey) Recaredo reinaba en paz y quietud, acechanzas domésticas se levantaron contra él. En efecto, uno de sus cubicularios y duque de una provincia, de nombre Argimundo, deseaba, en contra del rey Recaredo, asumir la tiranía de modo tal de quitarle el reino y la vida, si fuera posible. Sin embargo, una vez descubiertos sus nefandos propósitos, fue preso y encadenado y luego de una investigación, sus cómplices confesaron la impía maquinación y murieron con castigo proporcionado a sus culpas. Argimundo, el cual deseaba llegar al reino, primero fue interrogado a latigazos, luego vergonzosamente decalvado y por fin le fue amputada la mano derecha y sirvió de escarmiento a todos en la ciudad de Toledo paseado en el lomo de un asno con burlona solemnidad, mostrando (así) que los siervos no deben ser arrogantes con sus señores.




Algunos nobles y obispos, en efecto, se levantaron contra Recaredo -tal es el caso, en el mismo 589, de la rebelión de Argimundo, que, como las anteriores, fue desbaratada sin demasiada dificultades-; pero, como de nuevo apunta Thompson, "el grueso de la población goda parece haberse desentendido y haber aceptado el nuevo orden de cosas con una protesta tan débil que podemos preguntarnos nuevamente si muchos de ellos no se habrían convertido al catolicismo antes del 589".

La hipótesis no es, desde luego, en modo alguno descabellada, entre otras cuestiones, porque llama poderosamente la atención el ínfimo índice de conflictividad abierta generado por una decisión tan sustancial como la adoptada por Recaredo en 589.

En cualquier caso, conviene no soslayarlo, el Monarca fue rápido y drástico en sus decisiones represivas contra los posibles focos de arrianismo. Apenas finalizado el Concilio, inicia la quema de los textos arrianos, y, poco a poco, va minando con severas medida legislativas -entre las que destaca la prohibición de ejercer cargos públicos a aquellos que no hicieran pública renuncia de su fe anterior- cualquier posibilidad de compaginar poder político y religión no católica.

Así pues, el arrianismo quedo organizativamente desmantelado con gran rapidez y no tuvo apenas posibilidad de resurgir desde sus cenizas.

Recaredo, en suma, cuidó celosamente de que su decisión estuviera desde el principio acompañada por los mecanismos capaces de convertirla en realidad, resultando en ese sentido el trauma bastante soportable para la estructura del Reino.


HOY SUENA

Samuel Osborne Barber

Agnus Dei

1937


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2 comentarios :

PACO HIDALGO dijo...

Una decisión como esa siempre tiene que conllevar violencia. Se cambia de religión, de frontera, de idea una persona, pero no el resto de un pueblo y Recaredo, como tantos otros, tiene que tomar medidas represivas para pacificar el país. Me agrada recordar estas cosas, Jose. Felíz día de todos los santos.

Jose dijo...

Bueno, comparada con la desplegada, no ya a finales del siglo VI de nuestra era, sino en tiempos mucho más recientes -incluso en nuestros días-, por desgracia, dentro y fuera de nuestro solar patrio, por los movimientos revolucionarios de los siglos XVIII y XIX, o, ya en el siglo XX, por el anarquismo, el comunismo, el socialismo y el nacionalismo -combinados o no-, por el fascismo, por aquellos que proclamaron "España ha dejado de ser católica" en los años 30 y quienes, teniendo una visión diametralmente opuesta, les combatieron..., la represión impulsada por Recaredo queda en meros juegos florales.

No, como apuntaba en esta misma entrada el propio Thompson, a esas alturas de la película es factible suponer que la mayor parte del pueblo godo, inmerso en pleno proceso de romanización -no hay que perder de vista este hecho-, ya había abrazado el catolicismo voluntariamente. Las rebeliones, con tintes políticos más que religiosos -al caso de Argimundo te remito, por ejemplo-, fueron puntuales y de carácter elitista, y apenas tuvieron repercusión pública.

Paco, que tengas un leve y satisfactorio arranque de semana.

Buenos días.

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