La fragua de Vulcano ............ .......................... _Diego Rodríguez de_Silva.y. Velázquez. .
1630 / Óleo sobre lienzo / 223x290 cm. .
Barroco.español_ /. Escuela..sevillana. .
Barroco.español_ /. Escuela..sevillana. .
La fragua de Vulcano
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España no es sólo una joya del pasado, es sobre todo una herramienta para el presente y para el futuro, es una fragua en la que se siguen forjando espíritus, caracteres, como los de nuestros jóvenes deportistas.
_____________________________________________________________________________Acabamos de vivir una experiencia que, aunque sólo fuera por lo insólita, merece la pena ser comentada; me refiero, naturalmente, a la victoria alcanzada por la selección española de fútbol en el Campeonato Mundial. En efecto, nuestros jóvenes futbolistas nos han dado, seguro que sin pretenderlo, una lección que no deberíamos echar en saco roto. En primer lugar, nos han demostrado la importancia de la voluntad de vencer: desde el principio, y a pesar de la derrota contra Suiza, daba la impresión de que estaban convencidos de que al final serían los vencedores. Virgilio decía de los vencedores que lo eran porque creían que lo podían ser («potest quia potera volentur» lo han traducido por «podemos»). La secuencia del gol de Puyol contra Alemania es la imagen viva de la voluntad de vencer; hace no demasiados años, se hubiera dicho que era un gol de «raza».
También nos han dado una lección de profesionalidad; además de ser los vencedores, todo el mundo ha reconocido que nuestra selección era la que mejor fútbol practicaba. No es que descollaran individualidades geniales, sino que lo que de verdad destacaba era el juego de conjunto, el equipo entero; no ha sido solo que, como siempre, la unión hace la fuerza, sino que los que durante toda la temporada son encarnecidos rivales se han comportado como compañeros y amigos de toda la vida.
Otra faceta ejemplar de su triunfo es la que se refiere a la discreción y a la modestia. Si es verdad el dicho «dime de qué presumes y te diré de qué careces», estos chicos deben de tenerlo todo porque no han presumido de nada; todos han atribuido la victoria al mérito de los demás, es decir, al mérito de todos, del equipo. No es fácil conseguir tal amalgama en un grupo humano, cualquiera que este sea. Una amalgama que no ha excluido a nadie y que ha incluido a todos; también, para hacerlo más bonito, al hijo del entrenador.
Todas estas cualidades reflejan la más importante lección, la que nos ha dado el entrenador, quien ha manejado la batuta con tal maestría que ni siquiera la hemos visto. Vicente del Bosque ha sido el paradigma y compendio de todo lo anterior, pero si hablamos de batuta no debemos olvidar la cuna de la que ha salido, si no todo el equipo, sí la mayoría de sus componentes, y que no es otra que La Masía, es decir, la cantera del F.C. Barcelona. En estos tiempos en que algunos políticos están atizando irresponsablemente la sensibilidad catalana con motivo de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el «Estatut», es sobremanera oportuno y valioso que sean deportistas catalanes los que hayan contribuido decisivamente a conseguir este triunfo y que hayan sido ellos también los primeros en mostrarse orgullosos de ofrecer el título a todos los españoles.
Este título ha originado una insospechada reacción de orgullo por parte de toda la sociedad española, y esto tiene, a mi juicio, una gran importancia: tras haber tenido una edad imperial corta (no excedió del siglo y medio), España sufrió una larguísima decadencia, tan larga que ha llegado prácticamente hasta nuestros días. Como nación, España hacía mucho, muchísimo tiempo, que no saboreaba una victoria; no quiero ser injusto, ni con otros deportes que han traído y siguen trayendo importantísimos triunfos para España ni tampoco con otras actividades que son verdaderas conquistas sociales, como el crecimiento de la riqueza, la alfabetización de toda la sociedad, la increíble mejora de las condiciones de salud o el disfrutar de un régimen de libertades. Lo singular de lo que hemos visto estos días es que era una victoria que todos consideraban como propia, que se consideraba un triunfo colectivo, un triunfo nuestro; otros triunfos, deportivos o no, se los imputamos a sus artífices directos o a sus respectivos equipos; este lo consideramos nuestro, de todos.
Creo que habría que reconocer sin ambages la importancia del fútbol si es lo único que aglutina a nuestra sociedad (y si no es lo único, es lo que más aglutina); no es que haya llegado a todos, es que todos se sienten concernidos. ¿Cómo si no explicar que cuando ya había regresado la selección a España, y ya no quedaba ninguna incertidumbre ni cabía ninguna expectativa, prácticamente todas las emisoras de televisión se pasaran horas enteras retransmitiendo la llegada de nuestros héroes? Había quizás el puro placer del disfrute en común, de participar en la fiesta y de la fiesta.
De modo que aunque venga del fútbol, de un deporte, la catarsis que ha originado en la sociedad española puede ser considerada, a mi juicio sin exageración, como un verdadero punto de inflexión en el concepto que la sociedad española tiene de sí misma; un pueblo que hasta hace nada consideraba que sólo en otros países podían buscarse modelos y ejemplos ha visto no sólo que nosotros hemos sido el modelo y el ejemplo, sino (todavía queda algún resabio) que así lo han reconocido los demás. Repito que hemos sido modelo y ejemplo en otros asuntos sin duda más importantes, desde la transición política al milagro económico español, pero ésos son asuntos que, aun siendo más relevantes, interesan a una minoría, y el que dude de esta afirmación que repase las tiradas de nuestros diarios deportivos comparadas con los de información general. ¿Será flor de un día?, preguntan algunos. A mi juicio, categóricamente no. Lo que hemos hecho es, ni más ni menos, derribar un mito colectivo, el mito de la incapacidad española; una vez derribado, es difícil que vuelva a levantarse. Lo que hay que hacer ahora es consolidar en otros campos de la vida nacional la nueva confianza en nosotros mismos que estos chicos nos han devuelto. Un punto de inflexión es la quiebra de una trayectoria que, en el caso español, era descendente, declinante; la victoria de nuestros futbolistas puede y debe ser el símbolo del comienzo de la trayectoria ascendente que empezó España hace ya unos cuantos años y que nos debe hacer volver a mirar hacia el futuro común.
Lo pretérito de nuestra gloria ha hecho que se mire y se vea a España solo en su dimensión de pasado (glorioso, eso sí, pero pasado); como un precioso legado de nuestros antepasados que debemos conservar a cualquier precio, como si España fuera una preciosa figura de porcelana que debemos tratar con esmero, con sumo cuidado, casi sin tocarla. A mi juicio, esa es una visión alicorta; España es mucho más que eso. No es sólo una joya del pasado, es sobre todo una herramienta para el presente y para el futuro, es una fragua en la que se siguen forjando espíritus, caracteres, como los de nuestros jóvenes deportistas. Como la final del campeonato nos enfrentó con Holanda, han circulado por internet remedos del famoso cuadro de Velázquez «La rendición de Breda» en los que aparecen los españoles ataviados con «la roja». Podríamos también fijarnos en otro cuadro de nuestro genial pintor: «La fragua de Vulcano», en el que se reflejan el esfuerzo y el trabajo en equipo necesarios para ser mejores y más fuertes. España no es un objeto débil y delicado, es una fuerza de la Naturaleza que produce Picassos y toreros, Ramones y Cajales y santos, Amancios Ortegas y Casillas e Iniestas, ya sea el troquel Cataluña, Galicia, Andalucía o el País Vasco. Por esa España plural y unificadora merece la pena que todos nos esforcemos; así lo han hecho nuestros jóvenes, y por ello el futuro les pertenece.
Eduardo Serra Rexach / Ex Ministro de Defensa, ex Presidente del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes / La Tercera / ABC / Viernes, 23.VII.10
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