A Málaga tampoco mi corazón olvida; .
no apaga en mí la ausencia la llama del amor. .
¿Dónde están tus almenas ¡oh Málaga querida! .
tus torres, azoteas y excelso mirador? .
Allí la copa llena de vino generoso .
hacia los puros astros mil veces elevé, .
y en la enramada verde del céfiro amoroso .
sobre mi frente el plácido susurrar escuché. .
_____________________________________________________________________________
Santa Iglesia Catedral de la Encarnación / Renacimiento-Barroco / Diego de Siloé / Siglos XVI al XVIII / Málaga .
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
Casa Consistorial / M. Rivera Vera-F. Guerrero Strachan / Neobarroco-Modernismo / 1911-1919 / Málaga .
_____________________________________________________________________________
Ciudad del paraíso
A mi ciudad de Málaga
Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte
para siempre en las olas amantes.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por tí, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.
Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.
Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la luna eterna que instantánea transcurre.
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.
Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh, ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él morabas con tus alas abiertas.
Sombra del paraíso / Vicente Aleixandre / 1939
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
Muralla árabe / Puerta de Almocábar / Siglo XIII / Iglesia del Espíritu Santo / Gótico isabelino / Siglo XV / Ronda .
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
De Antequera partió el moro tres horas antes del día,
con cartas en la su mano en que socorro pedía.
Escritas iban con sangre, más no por falta de tinta.
El moro que las llevaba ciento y veinte años había,
la barba tenía blanca, la calva le relucía;
toca llevaba tocada, muy grande precio valía.
La mora que la labrara por su amiga la tenía;
alhaleme en su cabeza con borlas de seda fina;
caballero en una yegua, que caballo no quería.
Solo con un pajecico que le tenga compañía,
no por falta de escuderos, que en su casa hartos había.
Siete celadas le ponen de mucha caballería,
mas la yegua era ligera, de entre todos se salía;
por los campos de Archidona a grandes voces decía:
—¡Oh buen rey, si tú supieses mi triste mensajería,
mesarías tus cabellos y la tu barba vellida!
El rey, que venir lo vido, a recebirlo salía
con trescientos de caballo, la flor de la morería.
—Bien seas venido, el moro, buena sea tu venida.
—Alá te mantenga, el rey, con toda tu compañía.
—Dime, ¿qué nuevas me traes de Antequera, esa mi villa?
—Yo te las diré, buen rey, si tú me otorgas la vida.
—La vida te es otorgada, si traición en ti no había.
—¡Nunca Alá lo permitiese hacer tan gran villanía!,
mas sepa tu real alteza lo que ya saber debría,
que esa villa de Antequera en grande aprieto se vía,
que el infante don Fernando cercada te la tenía.
Fuertemente la combate sin cesar noche ni día;
manjar que tus moros comen, cueros de vaca cocida.
Buen rey, si no la socorres, muy presto se perdería.
El rey, cuando aquesto oyera, de pesar se amortecía;
haciendo gran sentimiento, muchas lágrimas vertía;
rasgaba sus vestidudas, con gran dolor que tenía,
ninguno le consolaba, porque no lo permitía;
mas después, en sí tornando, a grandes voces decía:
—Tóquense mi añafiles, trompetas de plata fina;
júntense mis caballeros cuantos en mi reino había,
vayan con mis dos hermanos a Archidona, esa mi villa,
en socorro de Antequera, llave de mi señoría.
Y ansí, con este mandado se junto gran morería;
ochenta mil peones fueron el socorro que venía,
con cinco mil de caballo, los mejores que tenía.
Ansí en la Boca del Asna este real sentado había
a la vista del infante, el cual ya se apercebía,
confiando en la gran victoria que de ellos Dios le daría,
sus gentes bien ordenadas; de San Juan era aquel día
cuando se dió la batalla de los nuestros tan herida,
que por ciento y veinte muertos quince mil moros había.
Después de aquesta batalla fue la villa combatida
con lombardas y pertrechos y con una gran bastida
conque le ganan las torres de donde era defendida.
Después dieron el castillo los moros a pleitesía,
que libres con sus haciendas el infante los pornía
en la villa de Archidona, lo cual todo se cumplía;
y ansí se ganó Antequera a loor de Santa María.
Romance de Antequera / Anónimo / Siglo XVI
_____________________________________________________________________________con cartas en la su mano en que socorro pedía.
Escritas iban con sangre, más no por falta de tinta.
El moro que las llevaba ciento y veinte años había,
la barba tenía blanca, la calva le relucía;
toca llevaba tocada, muy grande precio valía.
La mora que la labrara por su amiga la tenía;
alhaleme en su cabeza con borlas de seda fina;
caballero en una yegua, que caballo no quería.
Solo con un pajecico que le tenga compañía,
no por falta de escuderos, que en su casa hartos había.
Siete celadas le ponen de mucha caballería,
mas la yegua era ligera, de entre todos se salía;
por los campos de Archidona a grandes voces decía:
—¡Oh buen rey, si tú supieses mi triste mensajería,
mesarías tus cabellos y la tu barba vellida!
El rey, que venir lo vido, a recebirlo salía
con trescientos de caballo, la flor de la morería.
—Bien seas venido, el moro, buena sea tu venida.
—Alá te mantenga, el rey, con toda tu compañía.
—Dime, ¿qué nuevas me traes de Antequera, esa mi villa?
—Yo te las diré, buen rey, si tú me otorgas la vida.
—La vida te es otorgada, si traición en ti no había.
—¡Nunca Alá lo permitiese hacer tan gran villanía!,
mas sepa tu real alteza lo que ya saber debría,
que esa villa de Antequera en grande aprieto se vía,
que el infante don Fernando cercada te la tenía.
Fuertemente la combate sin cesar noche ni día;
manjar que tus moros comen, cueros de vaca cocida.
Buen rey, si no la socorres, muy presto se perdería.
El rey, cuando aquesto oyera, de pesar se amortecía;
haciendo gran sentimiento, muchas lágrimas vertía;
rasgaba sus vestidudas, con gran dolor que tenía,
ninguno le consolaba, porque no lo permitía;
mas después, en sí tornando, a grandes voces decía:
—Tóquense mi añafiles, trompetas de plata fina;
júntense mis caballeros cuantos en mi reino había,
vayan con mis dos hermanos a Archidona, esa mi villa,
en socorro de Antequera, llave de mi señoría.
Y ansí, con este mandado se junto gran morería;
ochenta mil peones fueron el socorro que venía,
con cinco mil de caballo, los mejores que tenía.
Ansí en la Boca del Asna este real sentado había
a la vista del infante, el cual ya se apercebía,
confiando en la gran victoria que de ellos Dios le daría,
sus gentes bien ordenadas; de San Juan era aquel día
cuando se dió la batalla de los nuestros tan herida,
que por ciento y veinte muertos quince mil moros había.
Después de aquesta batalla fue la villa combatida
con lombardas y pertrechos y con una gran bastida
conque le ganan las torres de donde era defendida.
Después dieron el castillo los moros a pleitesía,
que libres con sus haciendas el infante los pornía
en la villa de Archidona, lo cual todo se cumplía;
y ansí se ganó Antequera a loor de Santa María.
Romance de Antequera / Anónimo / Siglo XVI
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________
Málaga es de Cine I
Málaga es de Cine II
Málaga es de cine III
Marbella es de cine
Ronda es de cine I
Ronda es de cine II
Antequera es de cine
La Axarquía es de cine
Nerja es de cine
Málaga es de Cine II
Málaga es de cine III
Marbella es de cine
Ronda es de cine I
Ronda es de cine II
Antequera es de cine
La Axarquía es de cine
Nerja es de cine
_____________________________________________________________________________
........... ..........Isaac Albéniz
..
Hola José:
ResponderEliminarMálaga es mi destino favorito en Andalucía. No solo la capital, sino Torremolinos, Fuengirola, Benalmadena....
Ya creo que te he comentado que cuando voy a Andalucía y en especial a Málaga me siento en Venezuela
Saludos
Sigo con problemas para acceder a los comentarios. El post de Jaén me gusto mucho tambien.
No podia faltar Picasso, monsieur, el genial malagueño. Me gusta cómo ha elaborado usted la entrada, huyendo un tanto de los topicos y resaltando otras cosas tal vez menos conocidas algunas de ellas.
ResponderEliminarY ahora ya solo queda... Uyuyuy, ardo en deseos de ver cómo echa usted el resto!
Buenas noches
Bisous
Me encanta la catedral de Málaga, otra de las obras maestras del Renacimiento español. Y como ha apuntado la madame, no podía faltar Picasso, el malagüeño universal.
ResponderEliminarUn saludo
Me encantan las fotos que has elegido, pero quizas deberias hacer referencias a sus autorias,no te pareceria mas correcto??
ResponderEliminarA fín de cuentas, todas deben tener derechos de autor.
Fdo.Uno de ellos.
¿Cuál de ellos, por favor?
ResponderEliminarSeñor anónimo, con seguridad es así en la mayoría de los casos. Pero aunque no lo fuese, no es mi intención arrogarme derecho alguno, ni tampoco el mérito de tan fabulosos trabajos, antes al contrario. Es por ello y por la imposibilidad material de incluir los nombres de todos los autores de las fotos, que éstas están enlazadas directamente a las páginas de las que proceden. No tiene más que pinchar sobre las mismas para comprobarlo. En cualquier caso, si usted no desea que la suya aparezca en este blog, no tiene más que indicarme de cuál se trata y procederé a borrarla inmediatamente.
Gracias por su sugerencia y buenas noches.