Como os comentaba ayer, don Cristóbal Colón, quizás debido a la fuerte vincu-lación que Sevilla tiene con la aventura americana, es un personaje de la Histo- ria especialmente apreciado por estos lares... Ello explica que la ciudad man- tenga en pie nada más y nada menos que cuatro monumentos dedicados a su me- moria, si no me falla la mia... Y lo digo de esa forma porque hubo otros, sí, sí, que lamentablemente han desapareci- do... Se conservan el del Monasterio de Santa María de las Cuevas, o de La Cartuja, como se prefiera, escenario co- lombino en torno al cual, y no por ca- sualidad, se levantó la Expo’92, cuya finalidad fue, precisamente, la de conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de América; el del Parque de San Jerónimo, el más recien- te, que vimos ayer; el que nos trae aquí hoy y, finalmente, el mausoleo donde reposan sus restos mortales, ubicado en la Catedral,
que os mostaré mañana..., eso sí, más con ánimo de completar la serie que por oscuras e inconfesables cuestiones necrófilas...
Con una altura de 23 metros, este magnífico conjunto, obra del arquitecto Juan Talavera Heredia y del escultor Lorenzo Coullaut-Valera, se alza en el centro del Paseo de Catalina de Ribera, justo al lado de los Jardines del Real Alcázar, deno- minado así en honor a la filantrópica fundadora del Hospital de la Cinco Llagas, también llamado de la Sangre, actual sede del Parlamento de Andalucía, paradigma de la arquitectura renacentista a nivel nacional que un día de éstos veremos...
que os mostaré mañana..., eso sí, más con ánimo de completar la serie que por oscuras e inconfesables cuestiones necrófilas...
Con una altura de 23 metros, este magnífico conjunto, obra del arquitecto Juan Talavera Heredia y del escultor Lorenzo Coullaut-Valera, se alza en el centro del Paseo de Catalina de Ribera, justo al lado de los Jardines del Real Alcázar, deno- minado así en honor a la filantrópica fundadora del Hospital de la Cinco Llagas, también llamado de la Sangre, actual sede del Parlamento de Andalucía, paradigma de la arquitectura renacentista a nivel nacional que un día de éstos veremos...
Se erigió a iniciativa del director del diario El Liberal, don José Laguillo y Bonilla, siendo financiado por suscripción popular y por entidades culturales locales, e inau- gurado en 1921, en el contexto de las reformas urbanas que se estaban llevando a cabo en la capital hispalense con motivo de la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929..., sin el concurso de la cual, como ocurriría décadas más tarde con el caso de la Universal de 1992 -curioso juego de cifras-, no se entendería la ciudad de nuestros días...
Se trata en realidad de una fuente-monumento cargada de simbolismo que se aleja un tanto del proyecto inicialmente concebido, pues, en principio, aquel contemplaba trasladar una de las columnas romanas de la calle Mármoles..., que, para quien no lo sepa, formaron parte del colosal y hexástilo pórtico de un edificio de carácter reli- gioso -casi con total seguridad- del período trajano-adrianeo -siglo II d.C.- allí locali- zado, ...y disponer sobre la misma una estatua de Colón, de forma parecida a como efectivamente se procedió en La Alameda con las de Hércules y Julio César, fundador y refundador de la ciudad -Iulia Rómula Hispalis- respectivamente, el uno mítico y el otro real... Obviamente, la idea no prosperó y, en lugar de una, se erigieron dos, en clara alusión a las del Estrecho de Gibraltar, a las de aquel semidiós, antes citado, que los andaluces, y por extensión los españoles, consideramos tan nuestro, las del NON TERRAE PLVS VLTRA, convertido por un lado en Lema Nacional por el césar Carlos
toda vez se hubo prescindido del NON, que quedó sin sentido justo a partir de 1492; y por otro, carambolas de la His- toria, en símbolo del capitalismo, al Real de a 8, convertido en Dólar, me remito... Pero volviendo a la obra, so- bre las columnas, talladas ex profeso para la ocasión, como puede observarse en la foto, tampoco se colocó la prevista estatua de Colón, sino un león que apo- ya una de sus garras sobre un globo te- rráqueo, que simboliza al viejo y, ya en- tonces, desaparecido Imperio... Hacia la mitad de los fustes de aquellas se inser- tó una carabela con los nombres de Don Fernando de Aragón y Doña Isabel de Castilla , como no podía ser de otro modo, y..., a ambos lados del basamen-
to, un medallón con el retrato del Almirante -que, al contrario de lo que seguramente estabais pensando, ni fue olvidado por los autores y promotores del monumento ni devorado por el fiero felino que lo corona- y el precioso Escudo de los Reyes Católicos..., el protagonizado por el Águila de San Juan, que todos conoceréis por ser el que aparecía plasmado sobre la Bandera Nacional durante la dictadura del general Franco, la cual lo convirtió, de una forma un tanto abusiva, bajo mi humilde punto de vista, en uno de sus símbolos propios, malográndolo en consecuencia, pues ha quedado asociado desde entonces a la misma, vínculo imposible de diluir a día de hoy teniendo en consideración la ignorancia generalizada en que estamos sumidos... En cualquier caso, esperemos que sobreviva a esta etapa tan turbulenta de la vida nacional...
Feliz jueves a todos
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Suena: Evocación / Iberia / Isaac Albéniz / 1905-1909
Cuanto monumento tiene usted cerquita para fotografiar e inspirarse como la ocasion merece.
ResponderEliminarEn cuanto a los simbolos, lo malo es el modo en que quedan asociados al ultimo en utilizarlo. Tal como usted señala, el daño puede ser enorme, irreparable, porque al final se pierde de vista el origen y el verdadero significado de las cosas. Una lastima.
Feliz dia, monsieur
Bisous
¡Os podréis quejar vos, madame, que vivís en una preciosísima ciudad, cargada así mismo de historia, que vio nacer a grandes personalidades, y que además, como si no fuera suficiente, está rodeada de los parajes más hermosos de España, terrestres y marítimos...! :)
ResponderEliminarPor lo demás, así es madame... Estoy totalmente de acuerdo con vuestra certera afirmación...
En fin, al salir de clase me paso por vuestro espacio, que he visto asomar por la ventana que lo comunica con el mío al conspicuo cardenal que condujera las riendas de la Francia de otros tiempos... Aún me queda tomar un café que me ayude a sobrellevar la tarde antes de entrar...
Eternamente agradecido por vuestra presencia: a vuestros pies...